El alcalde minero

El regidor de Aznalcóllar, una rara avis, que siempre ha antepuesto el interés de su pueblo por encima de idearios de partido

La primera vez que pisé Aznalcóllar con interés periodístico, me encontré con un pueblo paralizado, donde apenas se veía algo de actividad en un par de bares que languidecían entre cuatro cafés a palo seco. Su población se había estancado con el cierre de la ... mina y con ella se habían esfumado las esperanzas de futuro de sus habitantes. La localidad sobrevivía a la profunda contradicción de ser un pueblo minero pero sin mina y lo que era más frustrante, sin un plan B que les hubiera permitido transformarse, mudar la piel como dicen ahora los modernos. Era 2019 y la reapertura de la corta se complicaba por la investigación judicial acerca de la adjudicación del proyecto. Pasaban los meses y la espera se volvía insoportable para los vecinos.

Fue entonces cuando conocí a Juan José Fernández, un alcalde empeñado en no soltar la última oportunidad de devolverle a su pueblo lo que fue en el pasado. Militante de conciencia, Fernández había pasado de ser el último minero de Boliden, que lideró las protestas por el cierre de la explotación hasta la misma Catedral de Sevilla; al gestor de una alcaldía que buscaba hasta debajo de las piedras recursos para una población hundida por una tasa de paro salvaje del 24%. «Nos estamos quedando sin gente y sin vida. Qué joven va a querer quedarse aquí», me decía nada más arrancar la entrevista. Fernández es de IU pero nunca le ha temblado el discurso a la hora de contradecir los posicionamientos de los ecologistas, tan próximos a su partido, y que están en contra del regreso de la actividad minera en una zona marcada por el desastre.

El alcalde de Aznalcóllar es una rara avis en política donde suelen prosperar aquellos que anteponen los intereses del partido al de sus vecinos; que callan cuando toca protestar para no molestar a instancias superiores del mismo color y mantenerse así en la cuerda ganadora. O que pontifican desde los cómodos escaños lecciones teóricas de buen ciudadano sin ni siquiera predicar con el ejemplo. Es ese ejercicio mezquino que tanto aleja a la ciudadanía de la política.

Fernández lo tuvo siempre claro, el pan de su gente por encima de todo. Desde aquella entrevista lo he vuelto a ver en varias ocasiones, la última vez fue en plena autovía A49 con los agricultores en pie de guerra. No perdía la oportunidad de pedirle a los periodistas que no se olvidaran de su pelea, que no era otra que la del presente y el futuro de un pueblo que mira sin miedo a la mina, a pesar de todo.

Este viernes, el consejero Paradela llegaba a Aznalcóllar con el oro, el incienso y la mirra debajo del brazo. La cara del veterano minero reconvertido a político lo decía todo. Muchas felicidades Juan José.

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