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Voluntarios

Benditos voluntarios de la calle, de la caridad de los pueblos, de los hospitales, de los centros de ancianos...

Voluntarios en una recogida de alimentos ABC
Antonio García Barbeito

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No hay moneda para pagarlos. No hay nada material que pueda ser justo pago para estas personas. Son más felices que si ganaran un dineral por lo que hacen. Parecen hijos del aforismo de Tagore: «La vida se nos da, y la merecemos dándola.» Voluntarios. ... Cuando los demás nos matamos por conseguir pingües beneficios; cuando vamos dando codazos para abrirnos paso en el camino de enriquecernos o de llegar al poder —al que sea, no sólo al poder político, que en la empresa y en las mismísimas cofradías hay manos como cuchillos—, ellos, los voluntarios, se matan por darse. No saben hacer otra cosa. Allí donde hay una necesidad, ya están ellos, y si acaso no se hubiesen enterado de esa necesidad con tiempo suficiente, acuden como la sangre a la herida.

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