Suscríbete a
ABC Premium

La vieja España

Tres sueños de seda y oro se empeñan, con cuánta verdad y torería, en mantener viva la vieja España

El matador de toros Pepín Liria (c), es ayudado por sus subalternos en los momentos previos al paseillo EFE
Antonio García Barbeito

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Siempre que hay toros en los pueblos, ya sea novillada, corrida, becerrada, el aire revela estampas en blanco y negro. Todo lo que la memoria ha visto al respecto, lo guarda en blanco y negro: corridas serias, aficionadillos locales enfrentándose a erales, corralón habilitado con ... carretas, ruedo sin callejón, talanqueras y gradas de madera; o novilleros vestidos de prestado en las alcobas familiares o en un cuarto de algún bar, muchachas que se vestían como si fueran a la corte de sus sueños, chimpún de cuatro músicos del terreno, carteles en todas las esquinas, autoridades, y pueblo que se viste de fiesta, porque los toros siguen siendo eso, una fiesta, la Fiesta Nacional.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia