La toma del mollete

Del mismo modo que los nazarenos de Los Panaderos dicen que dan (o daban) picos de pan en vez de caramelos, medallitas o estampitas, leo que en Antequera los Reyes Magos han tirado molletes. ¿Con manteca colorá o con aceite? Pero no es esa la principal duda. La gran duda es que me parece que los Reyes Magos de Antequera han tirado con tal fuerza los molletes, que han llegado hasta Sevilla. Y la han conquistado.

Hay un chiste muy conocido, basado en un juego de palabras, de uno que estaba cerca de Antequera cogiendo tagarninas en el campo, junto a la carretera, y se paró el coche de unos turistas. Que, tras bajar la ventanilla, le preguntaron al buen hombre por la carretera que habría de llevarlos a Antequera, pero chapurreándolo en español:

—¿Annnte Qué Errra?

Y el de las tagarninas, soltando el escardillo, respondió:

—Antes era albañil, encofrador, pero desde que vino la crisis estoy en el paro y me tengo que ayudar cogiendo tagarninas, espárragos, caracoles... ¡Lo que se tercie!

Igual que los turistas guiris que buscaban la carretera de Antequera les preguntaría yo a los dueños de los bares de Sevilla especializados en servir desayunos:

—¿Anttte Qué Errra?

Y me responderían:

—Pues mire usted: antes eran esas medias vienas tostás con su manteca colorá, que la gente pedía la de arriba. Y eran esos bollos blancos y tiernos, con su aceite. Por las dos observancias de la tostada con aceite: la del ajo y la del azúcar. Pero ahora, desde que se han puesto de moda los molletes, nadie pide ni bollo ni viena, que era lo nuestro, los de Alcalá de los Panaderos de toda la vida. Ahora todo el mundo se ha pasado al mollete. Incluso más que a las otras formas de pan que nos han invadido, como la campesina, la andaluza o el payés. Que esto es lo último que me quedaba por ver, usted: que la gente pidiera en Sevilla pan de payés con tomate. O sea, «pan tumaca» catalán por los cuatro costados...

Así que mucho largar contra el separatismo de los catalanes, y nos convertimos en su colonia por medio del «pan tumaca». Eso sí, con su buena loncha de serrano, que antier se lo van a poner a su pantumaca de payés los catalanes, con lo agarrados que son. Pero tantos molletes, enteros o medios, se tuestan en los desayunos en la calle de Sevilla que dudo que todos sean de Antequera. No hay hornos en Antequera suficientes como para cocer todos los molletes que se toman en Sevilla como tales. Les pasa a los molletes de Antequera como a las angulas de Aguinaga, los pimientos de Padrón o los chuletones de Ávila. No es posible que Aguinaga produzca tantas angulas, ni Padrón tantos pimientos ni Ávila tanto chuletón. De ahí lo que sostengo de la conquista antequerana. Se ha dejado de cocer el pan a la sevillana, el bollo y el viena, para pasarse al antequerano modo. El Horno La Parra y Polvillo parece que están al pie del Torcal, por la de molletes «de Antequera» que cuecen todos los días. ¿Vendrá algún día la reivindicación del bollo y del viena? No lo creo. El bollo y el viena están cautivos por la conquista del mollete, como el Infante Don Fernando apresó a los moros en la toma de Antequera. En los bares de Sevilla, con tanto mollete en el desayuno, sale el sol por Antequera todas las mañanas.