Todos camareros

¿Y los camareros? Con todos mis respetos para el gremio, porque no quiero líos y no vayamos a tenerla, dicen las estadísticas que en Sevilla hay 65.900 camareros. Pero camareros, camareros, camareros, de los que saben servir, de los que conocen su oficio, de los que han aprendido junto a los veteranos del gremio, ¿cuántos quedan? Una cosa es un camarero y otra muy distinta un chaval al que le han dado su primer empleo en un bar, con una bandeja y un chisme digital de los que ahora se emplean para enviar las comandas a la cocina. Sí, en Sevilla habrá muchos camareros, o parados colocados de camareros, que no es lo mismo, pero cada vez te sirven peor. Y en cuanto a atenderte, con la punta del pie, con cajas destempladas. En el mejor de los casos, como haciéndote un favor por dignarse servirte. Seré un antiguo, pero cuando me cae uno de estos jóvenes camareros de fortuna que el chaval por fin ha encontrado un empleo, me echo a temblar. De momento te traen el vaso de cerveza cogido por el borde, dejando en el filo sus huellas dactilares. Una porquería. Una evidente falta de higiene. Y luego, hazle cualquier sugerencia o reclamación, que encima te echan la bronca. Digo que seré un antiguo, pero cuantos más camareros veo, más me acuerdo de los que había en Los Corales, que eran unos profesionales de los pies a la cabeza, o de los que atienden todavía a la antigua usanza en la barra de Casa Morales. Los camareros de toda la vida. Sencillamente profesionales.

Una cosa es un puesto de trabajo y otra un oficio o profesión. Y la hostelería, con la burbuja turística y la proliferación de los restaurantes de los platos cuadrados y de los bares de las terrazas, está llena de personas que no son profesionales del oficio, sino colocados allí para buscarse un justo y digno jornal. Nos sobran academias que preparan oposiciones para funcionarios y nos faltan centros de formación profesional para camareros, ya que esto de la ciudad de servicios es lo que hay y lo que nos espera. La ciudad de la burbuja turística. La ciudad del monocultivo hostelero, que es, a su vez, la capital de la Junta. Media Sevilla está colocada en un bar o un hotel (de lujo y nuevo, por supuesto) y la otra media está colocada en la Junta. Esto es lo que hay. Monocultivos. Y los muchachos, mientras, estudiando y haciendo másteres, para acabar todos, ay, de camareros si no ganan unas oposiciones a funcionarios, porque seguimos siendo la Ciudad de la Giralda y la Ciudad del Paro Juvenil.