TRIBUNA ABIERTA
VIII Centenario de la Torre del Oro
Los cambios de uso, desde baluarte defensivo, capilla, prisión, oficina de la capitanía del puerto y Museo naval, más las restauraciones han incidido en sus cambios de fisonomía
Se conmemora en estos días el aniversario de la construcción de este edificio, que se ha convertido en el más representativo de la ciudad, después de la Giralda. Es la torre militar más importante del Islam. Según una de las crónicas más fidedignas, el Rawd ... al-Qirtas, de Ib Abi Zar, se edificó el año 617 de la Hégira, que corresponde al período que abarca desde el 8 de marzo de 1220, al 24 de febrero de 1221. Se erigió siendo gobernador de Isbiliya Abu-l-Ulá, quien sería con posterioridad nombrado califa. El edificio se ha considerado el ‘canto de cisne’ de la arquitectura almohade de la ciudad, ya que sería conquistada por Fernando III 23 años después.
A lo largo de su historia ha ido cambiando de uso. Fue inicialmente una torre albarrana, que se destacaba al final de una coracha que desde el Real Alcázar se dirigía al río, insertándose en ella la Torre de la Plata, la de Abdelazis y las otras dos de la c/Santo Tomás. La del Oro tenía la finalidad de proteger el puerto y ese flanco del palacio. Su edificación se llevó a cabo en un año, empleándose en su construcción ladrillos, sillares de piedra arenisca en su base y en los refuerzos de sus vértices. Los sondeos y estudios geotécnicos llevados a cabo en su interior en 1976, previos a la construcción del Paseo del marqués de Contadero, permitió conocer que su cimentación es una losa de hormigón calizo, de 5 metros de grosor, al parecer de perfil escalonado. Entonces pudo verse que parte de los cimientos estaban socavados por el río, con el consiguiente riesgo de su inclinación.
El primer cuerpo es un prisma dodecagonal, de 16,20 m. de diámetro y 20,70 de alto, incluidos los merlones. Cada lado mide 4,10 m. En el centro se eleva la caja de escalera que da acceso al segundo cuerpo, de planta exagonal. Mide de alto 8, 15 m. Sobre él se añadió en 1760 la linterna, cilíndrica, con cúpula revestida de azulejos dorados. Se edificó bajo la dirección de Ignacio Moreno, maestro mayor del Alcázar, en el curso de la restauración llevada a cabo tras los efectos del terremoto de 1755. La justificación de la linterna es para dar luz a la escalera interior, ya que las ventanas del segundo cuerpo quedaron cegadas para dar mayor consistencia a sus muros. Con el pararrayos instalado en 1888, la altura de la torre es de 42,46 m. desde el suelo actual.
Sobre los orígenes del nombre ha habido disparidad de criterios. En las primeras crónicas árabes se le llama Borg al-dsayeb (Bur al-Dahab), que significa Torre del Oro. Así se le denomina también en las primeras crónicas cristianas. Entre ellas destacaremos una carta enviada por el rey Alfonso X en 5 de noviembre de 1271 al clero de Sevilla, en la que se ordena que vayan a cantar misa el día de San Alfonso (Ildefonso) «a la nuestra capiella de la Torre del Oro». Debemos descartar las teorías de que la torre estuvo revestida de azulejos dorados o que en ella se guardara oro. Lo cierto es, como ha puesto de manifiesto la restauración de 2004-2005, que sus muros estuvieron enlucidos de cal y paja, lo que daba ciertas irisaciones doradas. Del mismo modo la Torre de la Plata tampoco atesoró ese metal. Se debe a que estuvo encalada.
Los cambios de uso, desde baluarte defensivo, capilla, prisión, oficina de la capitanía del puerto y Museo naval desde 1944, más las restauraciones llevadas a cabo a lo largo de su historia, especialmente por terremotos, han incidido en sus cambios de fisonomía. De ser un baluarte macizo al exterior, con matacanes y saeteras, se le han ido abriendo balcones y ventanas. Si por una parte hubo un recrecimiento por la linterna, en contrapartida ha perdido esbeltez al quedar soterrado el cuerpo bajo por el recrecimiento del muelle. Hoy se entra a la altura del inteste de la coracha. Los reyes utilizaban este camino y la torre para bajar al embarcadero. Ese cuerpo bajo quedó macizado tras las restauración de 1755-60. El primer director del Museo naval proyectó rescatarlo y convertirlo en un acuario, con peces del río.
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