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La sierra

No, no se trataba de un ave, se trataba de un hongo comestible, pardo, propio de jarales. Una delicia

Calle del pueblo de Galaroza, en la sierra de Huelva JOSÉ MANUEL BRAZO MENA
Antonio García Barbeito

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Es el gran bodegón vivo y cambiante, bodegón que se renueva casi todos los días, que huele desde lejos o sabe desde siempre, que nos llama con sus colores, bandera de exquisiteces que están ahí, guardadas en la memoria de aquella primera vez que probamos ... alguno de sus productos. La sierra. La primera sierra que se te ofreció te llenó de sorpresas, de queso de cabra curado, de uvas de otro sabor, de carnes de caza y, sobre todo, de esa seta que, cuando te dijeron que si querías, echó a volar en las imágenes de tu conocimiento: faisanes. No, no se trataba de un ave, se trataba de un hongo comestible, pardo, propio de jarales. Una delicia, al menos como los cocinan en ese pueblo que vuelve a hacerse tuyo en otoño —propiedad de los dieciséis años—, Las Navas de la Concepción.

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