El recuadro

¿Tú quieres ir a los toros?

Hay en la plaza muchos abonados suplentes, a los que los titulares dieron su entrada para poder seguir en la caseta

Talavante en Sevilla ABC

17/04/2018 a las 13:53h.

POR si le ocurre cuanto en este artículo narrar quiero, apunten el cartel de esta tarde en la plaza de Sevilla: 6 toros, 6, de Núñez del Cuvillo para Castella, Manzanares y Talavante. Se lo digo porque así no tendrá que preguntar:

-¿Quién torea?«¿ ... Y por qué demonios tengo yo que preguntar que quién torea hoy?», me dirá usted, con toda la razón del mundo, porque así, a pelo, la pregunta no viene a cuento. Pero a este cuento que no es tal, sino verídico cual historia de Paco Gandía, sí le viene divinamente. Verá. Hoy usted, como cualquiera que esté en la Feria en una caseta animada a eso de las cinco y media de la tarde, ya con el conjunto de todos los días cantando sevillanas a todo trapo, puede ser objeto de la pregunta no del millón, sino de los euros que vale lo que le ofrecerá cualquiera que esté ya con la media papalina y muy animadito a esa hora en que no lo echan de la caseta ni con la Guardia Civil:

-¿Tú quieres ir a los toros?Y usted, si es la vez primera que le ocurre, no sabrá a qué viene el generoso ofrecimiento. Por eso, a su vez, quizá pregunte:-A los toros, ¿cuándo?-Ahora mismo...

-¿Ahora?-Sí, y te tienes que dar prisa si quieres ir, porque empiezan a las seis y media.Y a continuación, el oferente de entrada de los toros, el donante de cuvillos (al que le ha dicho la parienta «¿y ahora que está esto tan animado te vas a ir a los toros?») te explicará las razones del ataque de generosidad que le ha sobrevenido:

-Mira, es que no quiero quedarme con la entrada de mi abono en el bolsillo, y estoy tan a gustito aquí ahora, y está esto tan animado, que es una pena irse. Aunque sea a los toros, porque, la verdad, yo a Manzanares lo he visto ya muchas veces y prefiero quedarme aquí, por muchas orejas que pueda cortar. Así que toma mi entrada.

Y el objetor de Manzanares se echa la mano al bolsillo donde lleva la de Ubrique, la abre y saca su entrada de los toros, que, como quien se quita un peso de encima, entrega al obligado y afortunado espectador de fortuna de la novena de abono, no sin antes recomendarle:

-Y vete corriendo a la parada de taxis de la portada si tienes el coche en el Charco de la Pava, porque como el primer toro esté ya en el ruedo no te dejan entrar hasta el arrastre. Ahí en la entrada llevas el número de la puerta.

Y sale el gorrón ocasional pitando para los toros. En estas tardes hay en la plaza muchos abonados suplentes, a los que los titulares dieron su entrada sobre la marcha para poder seguir en la caseta y no perderse la animación. A los donantes, si se pierden el faenón de la Feria o el toro de vuelta al ruedo, entre la animación y la media papa, les importa una higa, por aquella suprema máxima de «a mucho vino, poca cabeza». Y, por el contrario, el gorrón de abono por un día a lo mejor tiene la suerte de presenciar el corridón de la Feria.

En los toros, donde hay tanto gañote, tanta valvulina, tanto mangazo de barrera de relaciones públicas de empresa, tanto pescuezo de burladero de callejón, también pueden contarse numerosos ejemplares de estos gorrones sobrevenidos que he llamado «abonados suplentes», que nada más que llegan a su sitio, le preguntan los habituales vecinos de localidad, como a un intruso en el paraíso:

-Y don Manuel, ¿no viene hoy?

-No, se ha quedado en la Feria y me ha dado su entrada. ¡Estaba tan a gusto en la caseta!

Así que ya lo saben. Si quieren ir de pescuezo a los toros cualquiera de estas tardes, vayan por las casetas que vean más animadas. Seguro que con un poco de suerte alguien ya medio puestecito le dice el oferente y ritual: «¿Tú quieres ir a los toros?».