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PÁSALO

Ya es oficial

Nuestro hombre en la sociedad civil sevillana es Joaquín Moeckel

El abogado Joaquín Moeckel en la entrada a la plaza de toros de la Maestranza ROCÍO RUZ
Felix Machuca

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«Algunos me dijeron: ¿a ese le vas a escribir tú un libro? ¿Quién es ese?» Se cumplen trece años de una de mis decisiones profesionales menos desacertadas. Todos mis días deberían ser o parecerse a aquel. Porque no siempre el aceite del candil alumbró ... lo suficiente como para no estrellarme. O, al menos, para saber dónde no debía meter el pie para esbolillármelo. Trece años hace ya de tan valiente decisión. Recuerdo que aquella mañana, Rogelio Delgado, entonces al frente de la editorial RD editores, se interesó en saber mi opinión sobre un joven profesional sevillano, abogado por más señas, que solía irrumpir en los foros de papel de la ciudad como los elefantes en las cacharrerías, para convertir el silencio de una sociedad civil subordinada en la música alegre y sonora de la palabra libre y por derecho. Daba la sensación de ser un tipo entre El Cid y Morante. Por la taleguilla que le echaba al asunto. Una taleguilla que, a veces, le camuflaba la verdadera fuerza de su carácter, que no era otra que su claro juicio, su constancia alemana y su picardía sanluqueña. Porque el pavo, que por entonces no llegaba a real, venía de ese encaste explosivo: la cuadratura del círculo mental de los bávaros y la sal y el sol de la desembocadura del Guadalquivir. Determinación y chispa. Trabajo y sagacidad.

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