Un pacto que inquieta al Partido Popular... Y sobre todo a Susana Díaz

La conclusión elemental tras el pacto con Ciudadanos anunciado ayer es que Espadas se garantiza tranquilidad en los dos años que le restan de gestión. Es un dato importante pero no vital, porque de hecho el alcalde ha tenido pocos problemas para sacar adelante sus proyectos con apoyos a derecha o izquierda. Así, Ciudadanos ha sido generoso en estos dos años de mandato en sus apoyos al gobernante socialista. El cambio más significativo no es, por tanto, de operatividad en la gestión, sino de posicionamiento político : el partido de Inés Arrimadas cruza la raya que separa a gobierno y oposición y se sitúa como socio oficial del PSOE. Y en Andalucía eso es un terremoto.

Los temblores del seismo cruzan con rapidez el kilómetro escaso que separa el Ayuntamiento de Sevilla del Palacio de San Telmo, la sede de la Presidencia de la Junta. Hasta ahora, en el PP había una discreta preocupación por la nueva línea política que ha impuesto Arrimadas en Ciudadanos, más proclive a negociar con el PSOE, pero el pacto con Espadas supone una bomba cercana y abre la puerta de la desconfianza en el hasta ahora bien avenido pacto de Gobierno. En el PP, sin embargo, está lejos de cundir pánico por ahora. Saben que el partido que les apoya en la Junta es ahora mismo una jaula de grillos con divisiones internas, pero se tiene notable confianza en el vicepresidente, Juan Marín , y en la implicación de los dirigentes de Ciudadanos con el hito histórico que supone el que Andalucía no esté gobernada por el socialismo por primera vez en cuatro décadas. Respecto al pacto con Espadas, se interpreta que la formación naranja quiere recuperar su primitiva ubicación en el centro político, pero no se contempla que este desplazamiento hacia la izquierda conlleve la ruptura del pacto actual con el PP en la Junta de Andalucía. Otra cosa es qué podría ocurrir si los resultados de las próximas elecciones situasen a Ciudadanos como el partido que tuviese en sus manos otorgar el Gobierno andaluz a PP o PSOE. «No nos vamos a preocupar ahora por una situación que es posible que no llegue a producirse», aseguraba ayer un dirigente popular.

Pero el pacto del Ayuntamiento de Sevilla no solo preocupa al PP. El movimiento estratégico de Juan Espadas le revaloriza indiscutiblemente como alternativa para ser candidato a la Junta de Andalucía, por mucho que el alcalde silbe y mire al techo cada vez que alguien apunta esta hipótesis.

El movimiento de Espadas puede romper la falsa tranquilidad que reina en el PSOE andaluz en estos meses de pandemia, tan alejados todavía de las citas electorales. Susana Díaz firmó un tratado de no agresión mutua con Pedro Sánchez y ambos lo están respetando. Pero es evidente que la paz es solo aparente y que se perciben movimientos tras las bambalinas. La expresidenta intenta hacerse fuerte ejerciendo su férreo control órganico: Díaz, quien se ha criado casi literalmente en las sedes del partido, sabe que es muy complicado defenestrar a una dirigente que domina las agrupaciones.

Pero pocos dudan de que, cuando llegue el momento de la verdad, Pedro Sánchez intentará derrocar a la que fuera su rival en las primarias de mayo de 2017. En los mentideros políticos se barajan tres opciones contra Díaz: la primera, la de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, quien dejó la corte del susanismo para abrazar la fe pedrista. Montero tiene carácter y buenos índices de popularidad, pero su candidatura en plena crisis económica -y tras freir a impuestos a las clases medias- supone una operación arriesgada. La segunda es la promoción de un nuevo dirigente de la cantera socialista, un pedro sánchez a la andaluza, que represente la nueva época del PSOE tras el amargo trago de haber perdido la Junta de Andalucía. El primer rostro que se ha señalado es el del dirigente jiennense Felipe Sicilia , pero otros nombres en cartera. También es una operación compleja por la falta de control sobre el aparato del partido y el escaso peso específico que tendría entre la militancia.

La tercera opción es Juan Espadas. Una alternativa tabú, que incomoda enormemente al propio interesado, pero que siempre ha estado encima de la mesa. Espadas es un no alineado del PSOE, un dirigente versátil con gran olfato para colocarse en el lugar oportuno en el momento correcto. Su pacto con Ciudadanos le coloca, mal que le pese, en el centro de las miradas para una eventual candidatura a la Junta. Espadas mantiene buena relación con Susana Díaz, pero ha colocado en la órbita municipal a varios miembros del equipo de Sánchez Monteseirín con la indudable aquiescencia de Alfonso Rodríguez Gómez de Celis , el hombre de Sánchez en Andalucía. Espadas es un hombre tranquilo que espera su momento. Y el momento parece cada vez más próximo.