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El burladero

Juan Carlos Campo: iracundo y zafio

Utilizar el cadáver de Gabriel ha mostrado el bajuno nivel que este tipejo ha sido capaz de alcanzar

El diputado del PSOE Juan Carlos Campo, durante su intervención en el pleno del Congreso EFE
Carlos Herrera

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Energúmeno. Cuando menos. Se llama Juan Carlos Campo. Ha llegado a ser juez, lo que da una idea de quiénes han llegado a vestir la toga y no se sabe si la pueden volver a vestir, lo cual produce, como poco, una inquietante inseguridad. Es ... el portavoz de Justicia de los socialistas de Pedro Sánchez y ha protagonizado un bochornoso pasaje en el Congreso de los Diputados a cuenta de la Prisión Permanente Revisable (PPR). Difícilmente se podrá asistir a un episodio de desvergüenza como el que ha realizado el iracundo vocero de la bancada socialista. El debate transcurría con una cierta normalidad acerca de la conveniencia de esta medida penal que resultó aprobada hace algún tiempo. La PPR es, como todo, discutible: seguramente existen razonamientos técnicos que la aconsejen o que no, que indiquen su eficacia o no, que apoyen su práctica o no, pero difícilmente puede ser rebatida con una intervención bajuna, miserable y vergonzosa como la que ha personificado este infame diputado que solo merece el desprecio de la gente honrada, sea socialista o no. Campo ha vomitado barbaridades que han desembocado en insultar a los padres de hijos asesinados presentes en la tribuna de invitados, a los que ha tomado por pobres tontos, por peleles manejados por el Gobierno, por indocumentados primarios que tan solo buscan saciar sus ansias de venganza. Los padres de Mari Luz, de Sandra Palo, de Yéremi, de Diana Quer, promotores del mantenimiento de una medida que pretende proteger a la sociedad de elementos criminales como los que han asesinado a sus hijos -a los que no van a recuperar nunca jamás-, han tenido que soportar cómo este sectario les acusaba de débiles mentales y emocionales capaces de buscar mecanismos vengativos contra delincuentes del futuro. Por completar su prédica desaforadamente reaccionaria, Campo ha relacionado las víctimas de la Guerra Civil de hace ochenta años con las presentes estableciendo parangones de todo tipo desafortunados. Dicho sea lo de desafortunado en función de la mesura que exige el autocontrol.

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