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Antonio García Barbeito - LA TRIBU

Juan

¿De qué dios rubio y oscuro era tu voz? ¿Qué vientos de pena y rabia te abrieron la garganta?

ANTONIO GARCÍA BARBEITO

SI en el toreo basta decir Juan para saber de quién hablamos, eso mismo pasa en el cante. Juan es Juan y solo Juan. Como en la guitarra basta decir Paco para saber que ya no hay nada más allá. Juan. Decir, además, Peña, es ... decirle dos veces guapa a la niña, y llamarlo por Lebrijano son ganas de dejar a un lado nombre y apellido. Juan. Como quien nombra a una isla muy alejada de la costa y muy alejada de otras islas. Juan. Parecía venir de algún conjuro, nacido de algún extraño milagro de vírgenes gitanas. Con aquella edad, quiero decir, con aquella juventud que apenas arañaba los treinta, ¿cómo era posible aquella voz, que parecía robada de la garganta del tiempo más viejo de las tartanas de raza que trashumaba como si desde el siglo XV obedeciera sólo la querencia —por miedo, por latigazos de miedo— de una diáspora de candelas y danzas extrañas que nacen junto al cante que se duele, requemado y necesitado de grito, en las noches a solas con la luna o el silencio de Dios?

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