Cardo máximo
Médico, ¡ya!
El PSOE está impidiendo un debate sereno, profundo, honesto y más que necesario sobre el gasto público
En la casa modernista que el arquitecto Simón Barris proyectó para su propia familia han colgado dos pancartas con el escueto mensaje que da título a esta columna: «Médico, ¡ya!». A renglón seguido hay que aclarar que ese edificio, sito en el número 9 de ... la calle Luis Montoto, alberga hoy por hoy la sede del PSOE de Sevilla, aunque no haya ningún letrero a la vista que lo anuncie, de manera que puede sorprender al viandante poco informado. Los carteles forman parte de la campaña que los socialistas andaluces han desatado contra la Junta de Juanma Moreno con la excusa de la conclusión de contratos a 8.000 trabajadores a los que el SAS no va a renovar en su plaza.
El lema para desgastar al PP en el Gobierno andaluz suena a reivindicación de pueblo para ampliar el horario del médico de familia en el centro de salud o del dispositivo de urgencias. Se ve que el impulso al municipalismo del que hablaba Juan Espadas para el nuevo PSOE debe de ser esto, con un eslogan tan cateto como mendaz para asustar a los pobrecitos jubilados que llegan a imaginarse que les van a quitar el médico que les receta las pastillas. Eso también es populismo porque apela descaradamente a los sentimientos más primarios de una audiencia contrariada por el mal funcionamiento de la atención primaria, que ha limitado el acceso presencial. En el totum revolutum que implica el lema socialista, se predica una cosa para que el oyente piense en otra: pura trapacería política.
Los socialistas saben que la mayoría de los que se van a quedar sin empleo en el SAS son técnicos de laboratorio contratados en tromba para agilizar el atasco de los análisis del Covid-19 durante la pandemia. Pero eso se lo callan para que el susto cale. Y se esgrime, por idéntica razón, la cuantía de los conciertos con la sanidad privada en el presupuesto para sostener el mantra del ataque a la sanidad pública sin reconocer que fue el PSOE durante su largo mandato en la Junta el que propició el desmantelamiento del sistema sanitario público a través de una política de conciertos que el Ejecutivo de coalición sólo ha mantenido.
Todo el mundo –incluidos los denostados neoliberales, nadie lo dude– querría disponer de más médicos, enfermeros, auxiliares y técnicos para asegurar una mejor atención a la población enferma. Sólo que hay que pagarlos. Como todos los sueldos de quienes tienen nómina pública. Con la apelación grosera a los 8.000 'sanitarios' que se van a ir a su casa el 31 de octubre, el PSOE está impidiendo un debate sereno, profundo, honesto y más que necesario sobre el gasto público y las necesidades imprescindibles y todo aquello a lo que puede renunciarse. Eso es lo peor del eslogan tramposo con el que el PSOE quiere pescar votos en el río revuelto de la sanidad.
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