Cardo máximo
Cruce de miradas
El siguiente paso tras el saludo es desprenderse de las ideas preconcebidas para dar paso a la escucha del otro
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Iniciar sesiónCon cuántas miradas se cruzó el Gran Poder el sábado. La cita es del párroco de la Blanca Paloma, Manuel Sánchez, en el introito de la primera misa en el templo a los pies del Gran Poder. Cruce de miradas entre la imagen que representa ... la divinidad y sus fieles. ¿Cuánto vale una mirada así? Pero cruce de miradas también entre los sevillanos: los de la Sevilla citerior y los transtamarguillenses, en el extrarradio. ¿Qué precio –tangible, mensurable, estadísticamente comprobable– tiene la cohesión social en las ciudades punteras? No es ningún desiderátum: vivir encerrados nos achica el horizonte, desata los prejuicios y etiqueta la realidad sin conocerla. En ambos sentidos, porque se necesita dos miradas para poder cruzarse.
Eso es lo más maravilloso, por extraordinario, de lo acontecido en los Pajaritos. Que hemos cruzado miradas personas que habitualmente no compartimos más que el gentilicio de sevillanos. Ellos, los que viven allí, y nosotros, los que vivimos fuera. Y en ese cruce se nos han caído a todos, y eso es lo excepcional, las escamas como a Pablo en casa de Ananías. Los trajes oscuros de los hermanos del Gran Poder formaban parte del paisaje en la ciudad intramuros, acostumbrada a un código indumentario que en aquella barriada de la periferia no tiene ningún valor. Puede parecer una anécdota, pero va mucho más allá de la enseñanza sobre la etiqueta en el vestir.
El siguiente paso tras cruzar las miradas y el saludo es desprenderse de las ideas preconcebidas para dejar paso a la escucha del otro, al encuentro fraterno. Conocer las necesidades por boca del hermano. Espigo un ejemplo en sentido contrario al que el lector puede estar pensando: en esa primera misa jubilar se quedaron sin comulgar los celiacos porque en aquella parroquia, donde el pueblo santo de Dios es un puñadito, no hay ninguno entre los fieles de comunión frecuente. Si no se ve la realidad se tiende a ignorarla. Por eso vale tanto el gesto del Gran Poder de mostrarnos en carne viva los estigmas de los habitantes de Tres Barrios como magistralmente señalaba Javier Macías poniendo el dedo en la llaga.
La hermandad lo ha venido cultivando cuatro años, sembrando esa amistad que Charles de Foucauld insistía como paso previo a la evangelización. El Señor ha ido a los Pajaritos desprendido de su paso, de la túnica bordada, de la comodidad de su basílica, de sus horarios y sus misas, de cortejo casi. Y ahora nos toca a los demás imitar ese ejemplo y desprendernos de apriorismos, de apariencias, de envanecimientos ridículos, de estereotipos que ya hemos visto que no se ajustan a lo existente. El primer paso lo ha dado el Gran Poder, pero el siguiente lo tenemos que dar todos y cada uno de los que nos admiramos de verlo Señor de aquella Sevilla con la que no queremos cruzar la mirada.
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