Cardo máximo
¡Anda, los donuts!
El Gobierno anda domeñando tigretones y panteras rosas, aherrojando bucaneros y príncipes de Beukelaer, pero sin atreverse con el primo de Zumosol
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Iniciar sesiónPara una generación que creció suspirando por aquella glaseada rosquilla cuyo anuncio en televisión marcó la infancia de los 'babyboomers', la noticia de que el prescindible Ministerio de Consumo del no menos accesorio Alberto Garzón va a prohibir la publicidad de bollería, zumos y galletas ... suena al carpetazo definitivo a aquella edad de la inocencia que habíamos olvidado con los vaivenes de la vida. Los donuts –qué desilusión mayúscula cuando descubrí que la marca registrada era una corrupción sonora del 'donought' estadounidense– nos resultaban apetecibles por extravagantes en la cocina de nuestras casas, donde el dulce se limitaba a frutos de sartén, pestiños, borrachuelos y torrijas nunca fuera de temporada. Pues a todo eso es a lo que quiere dar carpetazo el ministro Garzón con la ensoñación de acabar con la obesidad infantil.
Para quienes no lo tengan presente, el anuncio televisivo presentaba a un niño camino del colegio que, de repente, caía en la cuenta de que había olvidado la merienda que se proponía para el recreo, unos apetitosos donuts bañados en azúcar, por lo que desandaba el trayecto a la carrera para recuperarlos, con tanta ansia por degustarlos que se los comía por el camino. Y entonces, saltaba la chispa porque, embelesado en el condumio de vuelta al colegio, se palmeaba la frente con otro olvido igual de imperdonable: «¡Anda, la cartera!».
Se me ha venido a la mente esta segunda parte del anuncio con la noticia de que ninguno de los barrios depauperados de Sevilla, en lo más alto del escalafón en cuanto a miseria económica, va a disfrutar del reparto de ayudas del Ministerio de Seguridad Social, como si a este Gobierno se le hubiera olvidado efectivamente la cartera y estuviera, a base de decretos, domeñando tigretones y panteras rosas, aherrojando bucaneros y príncipes de Beukelaer, pero sin atreverse a vérselas cara a cara con el amenazante primo de Zumosol: el caos tarifario de la electricidad, el cierre del gasoducto argelino, el descontrol del déficit público, las pensiones y minucias de ese tenor.
El Ejecutivo de Pedro Sánchez está todo el día dándose palmetazos en la frente. Un día son los productos de bollería y al siguiente, los refrescos; una semana les da por prohibir las repeticiones de curso y a la siguiente, la prostitución. Aunque sepan que nada va a cambiar: ¡qué tozuda la realidad, que no se pliega a la clarividencia gubernamental! Todo de cara a la galería, para relamerse con esas golosinas que traducen en votos, como el niño de los donuts del anuncio se regustaba tanto con la merienda camino del cole que se olvidaba de lo importante: los libros para aprender. Entretenidos con sus phoskitos, se han palmeado la frente y echan mano de la primera cartera que encuentran a mano: la suya, amable lector.
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