Suscríbete a
ABC Premium

Incendios

No hay castigo que se acerque a la dimensión del delito, si no es pasarse la vida apagando fuegos con las manos, un día y otro, y otro, y otro

Imagen del incendio en el término municipal de Nerva EFE/Julián Pérez
Antonio García Barbeito

Esta funcionalidad es sólo para registrados

No puedo evitarlo: cuando leo que un incendio ha sido intencionado, una sed de justicia inmediata, y proporcionada al daño del delito, me invade. Pido a gritos que se apliquen las más severas medidas, de cárcel y sanción económica, de escarmiento. Por encima de todas ... las soluciones políticamente correctas, se levanta, cargada de razones, la voz que sabe que hay males que si no se atajan a tiempo o a tiempo se reprenden, malo. Paseo por España y miro sus infinitos bosques, sus bellísimos, imponentes, riquísimos bosques, y pienso en el cobarde y rastrero animal de una llama intencionada, y no me explico tanta maldad. Digo España y digo Portugal, que la Península Ibérica se levanta verde de alamedas y cuesta distinguir las lindes —no las hay a la vista— de dos países que tendrían que ser uno solo, para el bien de portugueses y españoles.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia