Pásalo

No mires arriba

¿De verdad queremos un metro? Pues salgamos a pelearlo

Ese ha sido siempre nuestro error y nuestra inconsciencia. Mirar hacia arriba. Creer que el meteorito lo teledirigían desde la capital y los ministerios, desde los pasillos del poder central, desde los almuerzos en restaurantes de afrancesado menú y reservados para conspiraciones obscenas. Buscar culpables ... de nuestra impotencia en Madrid y otros epicentros de poder ha sido un gravísimo error. Nuestra condena es seguir creyendo que todos nuestros males se cocían y se especiaban en la capital. En los acuerdos entre las élites políticas y económicas que, sin consideración, nos tenían por despensa de mano de obra barata y posada de desleales a la tierra que la traicionaban para cubrir sus beneficios. Eso pudo suceder alguna vez, durante mucho tiempo, sin dudas. Pero hoy no podemos mirar hacia arriba para buscar responsables de nuestra insoportable levedad. El meteorito no viene de arriba. Está abajo, aquí mismo, entre nosotros, haciendo lo posible para que sigamos extinguiendo nuestras ambiciones y aspiraciones.

Tenemos que mirar hacia abajo, hacia nosotros mismos, que somos los verdaderos borregos del aprisco nacional. Sevilla, por ejemplo, es la única ciudad en su perfil que carece de una red de metro en toda Europa y lleva esperando la segunda línea el tiempo que invierte una tortuga en darle la vuelta al mundo. Y nadie se cosca. Nadie pone el grito en el cielo ni lo que cuelga sobre la mesa para decir, basta ya, no gasto más paciencia en pedir lo que me toca. Chitón. Que el lengüino es hombre amortizado . Ni sale en la foto, ni sale en Instagram. Ni un alcalde, ni un diputado, ni un potente empresario, ni una institución local ha dicho ni mú en tono de cabreo. Hablar es malo. Chillar para que te den lo que te deben, aún peor. La única línea de Metro que funciona en esta ciudad la consiguieron unos notas que sí gritaban, que sí peleaban, que sí chillaban, que montaban una jarana gorda si Madrid se vestía de luces en Las Ventas del desahogo y empezaba a torearnos. La única línea de metro que tiene esta ciudad es gracias a Alejandro Rojas Marcos, que se la sacó al muy centralista presidente de Andalucía, a la sazón señor Chaves. Desde entonces, patinete, tranvía y carril bici. El metro para los que lo pelean.

Así que olvidemos ya el mantra de Madrid y seamos honestos con nosotros mismos: el partido lo perdemos en nuestra propia casa por modositos, por abúlicos, por borregos. Madrid socorre con dos mangueras a presión a la Cataluña más amarillenta y rebelde. A la que se lo hace en la Constitución, la que insulta al Jefe del Estado y al resto de los españoles. Pero este año, a tan malos ciudadanos, Sánchez les ha dado, vía FLA, quince mil millones de euros, más lo que le tocaba por los presupuestos generales del Estado. A Andalucía solo le han llegado tres mil millones del FLA. Y vendrán menos si nuestras élites políticas y económicas muestran sumisión ante tan injusto reparto de beneficios y se conforman con las migajas de los tragacionistas. ¿De verdad queremos un metro? Pues salgamos a la calle a reclamarlo, a chillarlo, a pelearlo… Y a bailar un ongi etorri por bulerías.

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