Cyrano
Sánchez quiso ser Christian y Cyrano, y eso no es posible, ya que escribir es la gracia que no quiso darle el cielo
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Iniciar sesiónEl presidente Pedro Sánchez ha querido enamorarnos con un libro, y está saliendo vapuleado por los gorrazos de la crítica de quienes lo leen. Pero Sánchez, que tiene físico para optar, en la obra de Rostand, a hacer de Christian, quiso ser dos personajes en ... uno, Christian y Cyrano, y eso no es posible, ya que escribir, en su caso, es la gracia que no quiso darle el cielo. Recuerdas ahora que en tu adolescencia tuviste amigos que, sin palabras de amor a mano de boca para su pretendida, hacían cualquier cosa con tal de tratar de impresionarlas, y copiaban frases de las fotonovelas de sus hermanas o versos cursis de algún libro, y aun le pedían a algún amigo con fama de romántico que les dictara frases que enamoraran. Y recuerdas que cuando la muchacha pretendida venía de vacaciones al pueblo, se desencantaba, porque las palabras que esperaba de su enamorado se habían quedado para siempre en las cartas.
Pedro Sánchez hubiera hecho mejor sólo de Christián, pero la osadía se da mucho en quienes sacan pecho por guapos. Y Pedro ha querido que Roxana España se rinda a sus encantos. Y Roxana no entra al trapo; es más, ya no le gusta ni por el físico, porque el ridículo epistolar ha sido tan grande que lo hubiese preferido feo, pero brillante. Eso de tratar de enamorar con una voz prestada es un problema, porque después Roxana acaba llegando, te pide que le hables como en las cartas y por más voces que das, Cyrano no puede acercarse en ese momento. Roxana, además, en ese instante estaba dudando entre Fray Luis y San Juan de la Cruz para decir «decíamos ayer…» Y en vez de elegir al conquense de Belmonte, eligió al abulense de Fontiveros. Y en el libro, a la poesía la vieron con «un no sé qué que queda balbuciendo». La «negra» de Sánchez no siguió «la escogida senda por la que han ido / los pocos sabios que en el mundo han sido», y metió la pata. Y ahora, ni Sánchez puede decir que por su mano labrado tiene un libro, ni la «negra» puede aspirar a «un no rompido sueño», porque tendrá insomnios. Y Sánchez, que si Cyrano, que si Christian, que a ver dónde está Roxana… Da que pensar. Porque si Pedro es un escritor al que le escriben los libros, ¿por qué no va a ser un presidente al que le dictan las medidas del Gobierno? A ver, Sánchez, «¿quién te escribía versos, dime, quién era?» ¿O quién decía sí o no, cuando usted lo decía? Ni es tan joven como Christian, ni tan brillante como Cyrano, ni tiene hechuras de Roxana. Y se ha metido en el berenjenal de publicar (que no escribir) un libro. O sea, como dijo Hernández —y esto sí lo dijo Hernández, Irene—: «Quiso ser trueno y se quedó en lamento.»
antoniogbarbeito@gmail.com
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