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Chalecos amarillos

Hasta ahora, el chaleco amarillo era signo de autoridad

Protestas de los chalecos amarillos en París ABC
Antonio Burgos

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Amarillos, amarillos, lo que se dice amarillos no son, con la mala suerte que da el amarillo, excepto al Villarreal y al Cádiz. Son más bien color pistacho. Color Vox, en esa nueva paleta cromático-política de España, al modo de «los colorados» y «los ... azules» de los partidos de muchos países sudamericanos. En el arco iris político nacional ha aparecido el pistacho Vox, el naranja Ciudadanos, el morado Podemos, junto a los tradicionales rojo PSOE y azul PP. Sean de color que fueren los chalecos de París, a los que quiero referirme, rompo una lanza a favor del presidente Macron, al que acusan de haber claudicado, por no decir hocicado, ante las protestas de los chalecos amarillos. Tan amarillos como el fondo de la estrella de la bandera de sus homólogos catalanes que a este lado de los Pirineos, como los salvajes de los CDR, se dedican a lo mismo: a fastidiar al personal que nada tiene que ver ni nada puede hacer por sus reivindicaciones.

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