Los dos carteles

Hablo de toros porque el nuevo dual sevillano que acabo de descubrir va de la Fiesta. Por cierto, ¿no recuerdan que Monteseirín incluyó al Toreo entre las Fiestas Mayores de Sevilla y nombró padrino y embajador de la idea a mi querido Eduardo Dávila Miura? El alcalde Espadas, pese a su nombre, no ha cogido el estoque y la muleta para seguir lidiando este toro de la Tauromaquia como Fiesta Mayor. ¿Por canguelo ante los antitaurinos y por corrección política? Todo podría ser. Piensa mal y acertarás.

El nuevo dual que acabo de descubrir es que en materia de toros tenemos el cartel y los carteles. Es como lo del almanaque lírico de la climatología estival de los Hermanos Alvarez Quintero: el calor, la calor, los calores y las calores. Si eso es en verano, cuando se acerca la primavera y los naranjos están ya deseandito florecer, tenemos el cartel y los carteles. El cartel es el mamarracho anual que pinta un moderno al que los maestrantes le pagan un dineral, como coartada para que el rojerío no les diga que son unos pijos y unos rancios, objetivo que se incumple obviamente. Y los carteles son los buenos, los chachis, los nuestros unos años y los de San Isidro otros, los que cierra la Empresa Pagés y los presenta. En tiempos del difunto Canorea, con un almuerzo a los críticos taurinos en Río Grande. Ahora en tiempos de su yerno, mi respetado y admirado don Ramón Valencia, en un sitio con un nombre apropiadísimo: el Salón de Carteles de la plaza de toros del Arenal, propiedad de la Real Maestranza de Caballería. Eso tiene algo de muñeca rusa: los carteles se presentan en el Salón de Carteles. Me refiero a los carteles de toros, no a los mamarrachos pintados que cuelgan de aquellas paredes para que los siglos venideros nos tomen por gilipollas a los aficionados que los tragamos.

En «Francisco Alegre», Juanita Reina cantaba lo de «en los carteles han puesto un nombre que no lo quiero mirar». Hay que cambiar urgentemente esa letra. Hay que decir: «Bajo el cartel de los maestrantes que no lo quiero mirar, porque espanta, Ramón Valencia ha puesto unos nombres que sí los quiero y los debo mirar». Que tienen un ver. Un ver, un sentir y muchas esperanzas. Si el cartel de los maestrantes te tira para atrás y te quita las ganas de ir a los toros, los de Ramón Valencia que irán impresos debajo son todo lo contrario. En ellos está la flor del Toreo hodierno, Curro Díaz, Rafaelillo y variedad de encastes al margen. Bofetás hay ya por una entrada para el Domingo de Resurrección. Y a romero, pero romero con mayúscula, a algo muy nuestro, huele el cartel del Corpus con el mano a mano de Aguado y Serna, con Pepe Moya, digo, El Parralejo de ganadero. De todo lo cual se infiere que a ver si los arrendadores de la plaza aprenden del arrendatario en materia de carteles y se dejan de mamarrachos, respetado Santi León que parece serás el próximo al que le caiga esta china del cartel para no ir que lleva debajo los carteles para ir.