Arellano, el hombre fuerte

Quizá el propio interesado, por razones de amistad, lo sepa, pero no pueden imaginarse ustedes lo que me ha alegrado que una persona tan trabajadora, seria, tenaz, capaz y además agradable, educada y simpática como don Antonio Ramírez de Arellano sea el nuevo «hombre fuerte» de la Junta y de Susana. Y no digo lo de su «mano derecha» para no tener que repetir mi tópico sobre Arellano, como sobre otros eficaces gestores del socialismo andaluz o sevillano: que es de derechas y no lo sabe. Pero la mano derecha de Susana sí que va a ser Arellano como consejero de Economía, Hacienda y Administración Pública. Hasta ahora, como saben, lo era de Economía y Conocimiento. Consejería que sonaba a presentación de dos personas en un chiste de Forges:

—Aquí don Manuel, aquí un Conocimiento en forma de consejero.

Un consejero que ni cuando fue rector de la Universidad Hispalense ni ahora, «hombre fuerte» de Susana, nunca se ha dado el menor pisto ni ha ido por ahí perdonando la vida a la gente, como tanto mindundi tieso que te mira por encima del hombro. Admiro en Arellano su responsabilidad como servidor público, con las ideas muy claras sobre la Constitución y sobre España. Su capacidad de trabajo, su honestidad y su humildad. Y daré un dato: el jueves, recién jurado el cargo solemnemente en San Telmo, cogió y se fue como un señor particular, sin coche oficial ni escolta, a la novillada nocturna del Arenal con su amigo el matador de toros Manuel Escribano. A quien mañana irá naturalmente a ver a Madrid con los victorinos que cierran San Isidro. Yo creo que tanta energía y capacidad de trabajo le viene a Arellano de los pucheros que le hace la madre de su amigo Escribano. Punto en el que me entra una duda: ¿es más amigo de Escribano que de Curro Romero o viceversa? Porque currista confeso y militante lo es de toda la vida. Y un grandísimo defensor de la Fiesta de los Toros. Como le interese un cartel, se va a los toros al pueblo que haga falta, por lejos que esté, para volver a dormir a su casa, aunque tenga la agenda a reventar, acabe de salir de una reunión de la Junta que empezó a las 10 de la mañana y mañana a las 9 le espere otra con unos emprendedores, o unos inversores, o alguien del Gobierno de Madrid al que tiene que convencer para que suelte los parneses para Andalucía.

Y, encima, tiene tiempo para ir a los tentaderos, a casa de Pepe Moya o de Rocío de la Cámara, y para comerse unas papas con tomate con la gente del toro, con la que tanto le gusta estar, empezando por aprender, como catedrático de Física de la Materia Condensada que es, la filosofía condensadamente jonda, en una sola frase, de su amigo Curro Romero. Ahí, ahí, en la filosofía del currismo o en el sentimiento de la vida del beticismo creo yo que es donde coge energías Ramírez de Arellano para ser el envidiable hombre fuerte, el hombre-orquesta de la Junta. Que a veces me cuenta lo que ha hecho a lo largo del día y me entran agujetas nada más que de oírlo; así que imagínense cumplir toda esa tarea. Y sin darse cuento y yo creo que ni cuenta: como quien respira. Así que aunque eso de «hombre fuerte» te fastidie, porque suena a forzudo de circo o a tío cachas del gimnasio, mi enhorabuena, querido tocayo Ramírez de Arellano. Y al final, un pareado que muchos lectores me agradecerán: «Antonio, sé clemente con nosotros los contribuyentes».