Suscríbete a
ABC Premium

El Recuadro

El niño que veía «Currito de la Cruz»

Curro llegó a convertirse no sólo en torero, como soñaba viendo la película, sino en mito de Sevilla

Antonio Burgos

Esta funcionalidad es sólo para registrados

EN el cine de verano de Camas hubo un niño, el hijo de Andrea, que fue a ver qué sé yo cuántas noches, embobado, «Currito de la Cruz» de Luis Lucia, producida por Cifesa, de la que era protagonista, con empaque de un galán de ... Hollywood, el torero sevillano Pepín Martín Vázquez, entonces en 1949 en la cumbre de su fama, síntesis tras Pepe Luis Vázquez y antes de Manolo González, de los gustos de la afición de Sevilla. Aquel niño empezó a soñar con ser torero viendo «Currito de la Cruz» tantas noches de salamanquesas en la blanca tapia que hacía de pantalla. Aquel niño, luego, cuando se puso a trabajar de pastor de cochinos en la cercana finca «Gambogaz» de Queipo de Llano, oía cuando el viento soplaba desde Sevilla los «óles» de la plaza de los toros. Quizá fueran a aquel mismo Pepín de la tierra de Pepe Luis que vio tantas noches en la película del cine de verano. Y siguió soñando ser torero. Para salir del barro de la carestía, para quitar de trabajar a sus padres. Y conoció a Salomón Vargas, que era como una estatua gitana de Montañés de unas muñecas de arte cogiendo el capote y cargando la suerte, y con otros chavales con los mismos sueños se iba todas las tardes a torear de salón al campo de fútbol.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia