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EL RECUADRO

Cenas con cuñados

Los tribunales superiores de Justicia no han rechazado la prohibición de los cuñados en las cenas de Navidad

Antonio Burgos

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Dentro de la relativa normalización de la vida cotidiana y de los excesos de inconsciencia de reunir multitudes en torno a los alumbrados callejeros, a pesar de la amenaza del Ómicron dichoso, se ha resaltado que los estadios de fútbol vuelven al aforo completo, y ... que se anulan muchas restricciones que pasamos en las dos última Navidades. Se ha resaltado también que vuelven las comidas de familia en la Nochuebuena sin «numerus clausus». Aquello que no podían reunirse más de seis u ocho de la familia y quedaban fuera muchos parientes que en años anteriores venían a tomarse el pavo con nosotros. Y se quedaban fuera también de la cena los cuñados, institución españolísima cuya ausencia nadie reivindicó en aquellos meses duros de las Navidades anteriores, como hubiese sido de justicia. Por eso hay que anunciar con toda alegría que los tribunales superiores de Justicia no han rechazado la prohibición de los cuñados en las cenas de Navidad, al contrario de la pretensión de algunas autonomías de exigir el Pasaporte Covid para poder tomarse un café en un bar, cenar en un restaurante o ir de copas a ese nuevo tópico del «ocio nocturno». En las últimas cenas familiares de Navidad no faltó nunca el pavo por mal que estuvieran las cosas, pero sí algo fundamental: el cuñado. Como aquello de «vacaciones sin Kodak son vacaciones perdidas», cena de Navidad sin cuñado es cena en baldío, parece que le falta algo.

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