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Muere Carlos Amigo Vallejo

El cardenal de la Giralda

Fray Carlos Amigo Vallejo rompió su seriedad castellana en Sevilla, en cuya torre mayor están doblando las campanas para anunciar su entrada en la vida plena

El cardenal Carlos Amigo Vallejo EFE
Alberto García Reyes

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Aquel joven franciscano que dejó los estudios de Medicina cuando el Señor golpeó su puerta, el hombre espigado que en el Obispado de Tánger ejerció como columna de Hércules de la Iglesia española en África, el cardenal de las buenas palabras que trató con empatía ... hasta a los anticlericales, el pastor de la Iglesia que nunca perdió la sobriedad de su origen vallisoletano pero se adaptó al barroco sevillano, ese que llegó a Sevilla durante el Mundial de 1982 para sustituir al cardenal José María Bueno Monreal, el que recibió en la Giralda al Papa Juan Pablo II para beatificar a Sor Ángela de la Cruz y para el Congreso Eucarístico Internacional, el que vendió el Palacio de San Telmo a la Junta de Andalucía, el que casó a la infanta Elena en la Catedral y veló los cuerpos yacentes de Alberto Jiménez-Becerril y Ascensión García Ortiz en la propia calle Don Remondo, ese hombre de honda formación intelectual y espiritual pasará a la historia por algo más importante que su birreta. En Sevilla no se hablará de Carlos Amigo Vallejo sólo como un príncipe de la Iglesia y miembro de los cónclaves que eligieron a Benedicto XVI y a Francisco. Sevilla es la ciudad donde descansará para siempre, su paraíso. Por eso aquí se hablará del cardenal Amigo en otra clave: la cercanía.

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