DE RABIA Y MIEL
Nos vemos, flaco
Por mucho que quieras, querido cantautor, a este punto final de los finales le siguen muchos puntos suspensivos
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónHas venido como llegaste a mí, como el rockero profeta que esconde un secreto bajo el bombín, como el anárquico asceta que no se puede despedir. A cortarte la coleta donde Curro nos robó el abril, a naufragar donde los buenos poetas, en las ... orillas del Guadalquivir. Qué te digo yo ahora, Joaquín, si tus acordes me saben a peta, si mataste a mi hombre de gris, si nos empujaste a perseguir Julietas, si nos pusiste a soñar en vez de a dormir. Qué te digo yo ahora, flaco, si termino tan triste que no sé por dónde empezar, si soy rehén en todos tus atracos, si amenazas con dejarnos tan sola a la soledad. Yo, que te descubrí en un coche, cuando te ponía mi papá, te advierto de que hay peligro de incendio esta noche en el asiento trasero de un Tussam.
No te nos mueras nunca, carajo. Bendita mala salud de hierro. Bendito paraíso si se llega por atajos, acunado en el blus del trovador del sacrilegio. En cada verso un colegio que arrancaba los hierbajos de los que tuvimos el privilegio de crecer a la sombra de tu árbol. Y allí entendimos que no hay rebeldía sin rebeldes, que no hay rosas sin espinas, que no hay vida sin muerte, que no hay abajo sin arriba. Que hay que pedirle al crupier que prosiga, que hay que jugarse manos a la suerte, que la fortuna es una linda mina que espera a que los valientes la cortejen. Y nos mudamos a los números siete, y nos instalamos en el barrio de la alegría, y aprendimos a enseñar los dientes, y nos afiliamos al bar de la esquina.
Ay, Sabina, cuánta verdad hay en la invención. Te lo digo porque es mentira que me crezca la nariz, que escriba esta columna de opinión pensando en ti. Cómo va a decir adiós el que les otorgó a los portazos signos de interrogación, el que nos vacunó contra el hastío. Por mucho que quieras, querido cantautor, a este punto final de los finales le siguen muchos puntos suspensivos. Se peinaba como Simbad el Marino el rapsoda que quiso aprenderme a escribir, septiembre de un dolor amarillo y singular como el sol del veranillo más gris. Qué va a hacer ahora la Venus de Milo sin manos, el perro salchicha de Carlota, a quién le aullaremos los buenos borrachos cuando la madrugada venga perfumada de derrota. Qué inventaremos cuando se calle el ruido, cuando haya que negarlo todo, cuando se extingan los descuidos y llore hasta la Torre del Oro.
No te marches, pirata cojo, eterno triunfador de nuestra feria, desnuda a Sevilla a tu antojo, déjame que pida el indulto. Que aquí, bien lo sabes, no habrá Dieguitos ni Mafaldas, pero hay Morantes, Murillos, Machados y Auroras Vargas (ya quisiera Buenos Aires). Quítale el sostén a la Giralda, bríndale tu último vals, haz que la noche se parta en este pueblo sin mar. Déjanos que saboreemos tu baile postrero en esta tierra que inventó la primavera, que se la echa a sus espaldas ella sola. Ahoga nuestra melancolía en tu ronquera, ponnos a aullarle a la luna, que viene con el traje de bodas. Resumiendo, que no diré adiós, que te diré nos vemos. Se acabaron las giras, pero te quedas en el corazón de todos los sabineros.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete