SEVILLA AL DÍA
El trueno
Se llegó a jurar que la Giralda había mutado en Big Ben
Tras más de una semana de lluvia ininterrumpida, la madrugada del jueves 13 de marzo de 2025 cayó un trueno sobre la ciudad de los cielos tangibles que desbarató los sueños de muchos sevillanos. Las casas se iluminaron durante unos instantes con ese blanco ... apocalíptico que viene siempre acompañado de un ruido, un crujir del averno, de esos que suenan a simulacro del fin de los tiempos.
Existieron los que juraron no escucharlo por no admitir que tras el estruendo resoplaron, como maldiciendo a los vecinos de un ático celestial, miraron el despertador, vieron que aún eran las cuatro de la mañana, hicieron la croqueta y volvieron a acomodar su cabeza sobre el lado contrario de la almohada. Hay quienes tienen esa admirable habilidad de domar a Morfeo a su antojo, usuarios del colchón tan concienciados con la conciliación del sueño que no permiten que la inquietud les robe ni un segundo de descanso.
Otros, sin embargo, se desvelaron asustados temiéndose lo peor, con la tragedia desperezándose a marchas forzadas en la mollera. Seguro que a muchos se le vino a la cabeza Antonia, aquella vecina de Begíjar que se hizo famosa por su célebre intervención en Canal Sur con lo del resplandor y el ¡pum! Con los ojos como platos y la cabeza centrifugando, desistieron del reposo y se pusieron a intentar enterarse de lo que había ocurrido. Se tranquilizaron al comprobar que todo había quedado en un susto.
Por la mañana, como si se tratase de una película americana de esas en las que un rayo convierte el presente en una simulación, todos ellos, los insomnes y los perezosos, los vigilantes y los durmientes, salieron a las calles de una ciudad que tras tantos días de inusual inclemencia seguidos, y la nocturna sacudida, había completado una extraña transición. Unos juraron que la Giralda había mutado en Big Ben, que en la Freiduría la Isla pidieron cartuchos de calamares del campo y les pusieron Fish and Chips, que allá en la calle Feria, convertida en Camden Town, se celebró el Tuesday, y que en el Vizcaíno, por mi mare, ponían pintas.
Así sería la chaladura que decían las señoras que iban a hacer mandaos al Harrods del Duque y que luego habían quedado para ver el cambio de guardia en la New Square. Otros aseguraron que vieron pesqueros por el Guadalquivir cogiendo percebes e incluso algunos contaban que el alcalde empezó a comunicarse en catalán, y no precisamente en la intimidad.
Aquello nunca se le llegó a achacar al suceso de la madrugada del 13 de marzo, los historiadores cuentan que la particular recreación formaba parte de un ancestral antídoto llamado 'guasa' que esa sociedad, capaz de lo mejor y de lo peor, utilizaba para sobreponerse a su hartazgo. Se conoce que estuvieron así hasta que llegó el sol, motor de la alegría, y el rayo de la primavera los volvió a partir en dos.
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