SEVILLA AL DÍA

Más de Tres Mil

Eso sobre lo que se banaliza es la patria de los olvidados, el agujero negro que engulle futuros, el gueto convertido en pelusa escondida sistemáticamente debajo de la moqueta que han pisado numerosas administraciones

«No son imágenes de Beirut ni de Gaza, son del Barrio de las Tres Mil Viviendas en Sevilla», introducía el presentador de un telediario nacional. Imagino que, a estas alturas, el morbo de la viralidad hueca e irracional que comanda nuestros días habrá ... hecho su trabajo y ya las habrán visto todos. Un vecino, desde la ventana de su casa, grababa la secuencia de una reyerta en la madrugada del sábado. Asomado desde su piso, comentaba la escena como el que está despidiendo una Feria desde un balcón del Porvenir viendo como los fuegos artificiales le ponen puntos suspensivos a la pasión, como aquella señora que en Pino Montano presagiaba que la Palmera se venía abajo.

Desde ese mirador, con la tranquilidad del que anuncia que ya llega el paso porque ve los ciriales asomarse por la esquina, comentaba el hombre con su cuñado: «Ira, son 'los naranjeros' los que están pegando tiros ahí». 'Ahí' son dos calles para allá, el sitio donde horas antes correteaban niños. No hay ni rastro de miedo o nerviosismo en sus voces. Lo que sí hay es excitación, como el que se rinde ante una finta por la banda izquierda, cuando empieza a sonar una ráfaga: «Wooo, esa es güena, cuñao, esa es güena».

Es una balacera que se sostiene durante algunos segundos y que hace, por fin, que pasen de la aparente admiración rutinaria a la toma de conciencia, no sin antes apostillar, como el ornitólogo aficionado que se marca el moco delante de sus amigos al escuchar piar a un pájaro, el modelo del arma que hace crujir la madrugada: «Eso ya no es normá, son AKcuarentayssssiete», lo repite varias veces mientras una mujer, voz de la cordura, le pide insistentemente que se quite de ahí y baje la ventana. A ver si se va a escapar una bala.

La grabación ha recorrido durante las últimas horas el país. Hay a quien le hace mucha gracia la narración y están los que dicen que qué raro, que nada nuevo. Eso sobre lo que se banaliza, ellos por costumbre y nosotros por lejanía, es la patria de los olvidados, el agujero negro que engulle talentos, sueños y futuros, el gueto convertido en pelusa escondida sistemáticamente debajo de la moqueta que han pisado numerosas administraciones. Desde el 2003, año de Fundación del Comisionado del Polígono Sur, el Ayuntamiento, la Junta y el Gobierno Central llevan especulando con la patata caliente, sin ofrecer más solución que rasgarse las vestiduras ante episodios como estos, esperando a que el olvido se vuelva a cernir sobre el grafiti de Camarón.

Hay muchas Tres Mil, más de tres mil, dentro de las Tres Mil. Ni todos son delincuentes ni todos son flamencos, allí también hay personas trabajadoras viviendo bajo la dictadura de los narcos y los clanes salvajes. Están ahí al lado, en la Isla Condena, pero dan igual. Al menos hasta el siguiente tiroteo.

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