DE RABIA Y MIEL
Rocío Hernández debe dimitir
Errar es de humanos, pero hay que acabar con esta moda de que las equivocaciones no tengan consecuencias
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Iniciar sesiónHay errores que no son admisibles por parte de una administración. Hay fallos tan groseros que hacen que las disculpas solo sean creíbles si vienen acompañadas por medidas drásticas que aparten de un plumazo a los responsables de los infortunios. Estas equivocaciones políticas tienen su ... punto de no retorno cuando se ponen en peligro vidas humanas, cuando lo que está en juego es la salud de las personas.
Este miércoles la Junta de Andalucía ha reconocido graves retrasos en los diagnósticos de cáncer de mama. Lo ha hecho después de que aparezcan numerosos testimonios de mujeres que afirman que han sufrido grandes demoras en la notificación de sus pruebas. En algunos casos, la dilación ha llegado a ser de hasta dos años. Dos malditos años sin tener noticias del SAS, sin poder abordar una enfermedad que todos sabemos que es crucial agarrar con tiempo. Dos años pensando en qué habrá pasado, cortejando a la positividad, deduciendo que todo tuvo que ir bien, que si hubieran encontrado algo malo ya te hubieran contactado.
Pues no. Imaginen lo que debe de ser llegar a tu casa, mirar el buzón y encontrarte una carta en la que te digan que necesitas hacerte unas pruebas complementarias, que tienes cita para una eco, con suerte, dentro de dos semanas. Imaginen la angustia galopando por el pecho, el miedo surcando las palmas de las manos, el mundo derrumbándose ante tus pies. La indignación sumándose en una mezcla macabra con la incertidumbre de no saber si será ya demasiado tarde.
Ah, los tiempos. Ese término tan asociado a la politiquería. Medir los tiempos para intentar que la nueva ocurrencia desgaste a nuestro rival lo máximo posible, para ver si nos viene bien adelantar las elecciones. En esos cálculos egoístas están ellos, en ese juego que por lo visto es mucho más importantes que las horas, días y semanas decisivas para atajar al bicho que anida en los pechos de las mujeres. Rocío Hernández, Consejera de Salud de la Junta, después de pedir perdón, achacó el sindiós a un problema de comunicación y reconoció no saber a cuántas andaluzas podría haber afectado. Al principio estimó que serían alrededor de 50, ayer ya íbamos por 2.000 casos. Pero sería lo mismo si fuesen diez.
No es de recibo esta sensación de estar improvisando. Sabe a nada el tirón de orejas que le dio Juanma Moreno en público, igual que sus disculpas y su promesa de buscar una solución inmediata. Solo faltaría. Si la semana pasada se exigía, con razón, la dimisión de la ministra de Igualdad por amenazar la seguridad de las víctimas con el escándalo de las pulseras, para ser consecuente Moreno debe cesar hoy mismo a Hernández. Errar es de humanos, pero hay que acabar con esta moda de que las equivocaciones no tengan consecuencias. Ese debe ser el pilar fundamental de cualquier manual de convivencia democrática que se precie.
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