DE RABIA Y MIEL
El poder de la novelería
Después de una noche en vela ya manejo con soltura términos como 'grappling', 'stricker' o 'sumisión'
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Iniciar sesiónNo hay verano en España sin cita deportiva intempestiva, sin trasnochar o madrugar para seguir una disciplina de la que no tenemos ni pajolera idea, pero en la que alguno de nuestros compatriotas resulta ser un fuera de serie. Entonces nos enchulamos, nos volvemos locos, ... nos ilusionamos y nos metemos en la película al completo. Y florecen de las sillas de playa y de las barras de los chiringuitos los expertos de ocasión, los cuñados, los doctores liendres. Y homenajeamos a la novelería como solo lo pueden hacer los países felices, las patrias en las que aún no está todo perdido.
Niños y adultos nos enfrikamos y nos ponemos nerviosos frente al televisor en una preciosa comunión alrededor de un ídolo, y esos cracks, que por algún inexplicable y misterioso motivo abundan en esta fábrica de talento a la que llamamos nación, son los encargados de abrirnos las puertas de ese universo al que ellos le han dedicado toda su vida, y en el que nosotros volcamos nuestra repentina pasión como si fuera en ello la nuestra. Guardo con mucho cariño las sobremesas de julio vibrando con Contador, las brazadas de Mireia Belmonte, el puño en alto de Carolina Marín, Nadal tendido exhausto sobre la hierba de Wimbledon o aquellos gloriosos despertares de 'La Familia' con Rudy Fernández deslumbrando a los americanos, colgado del aro.
Muchas veces no controlamos muy bien ni las reglas de la competición, las vamos aprendiendo sobre la marcha, llevados en volandas por la inercia de la emoción. Estoy convencido de que esta bella tradición estival es uno de los factores clave que sostiene la producción de la interminable y heterogénea industria de diamantes en bruto que tenemos, esa cantera incesante de atletas que se renuevan cada agosto en las pupilas de los niños que encuentran una afición en un revelador desayuno con Teledeporte de fondo.
Ayer, cumpliendo con el rito, le hice un nudo al sueño para ver cómo Topuria mandaba a dormir al brasileño. Dos minutos le bastaron para noquear a su contrincante y hacerse con la victoria. Hay quien se queja de la larga espera para lo poco que duró el espectáculo. Yo me acordé de aquello que dijo Usain Bolt: «Entrené 4 años para correr solo 20 segundos». Topuria acabó con Oliveira en el primer asalto, con la mano derecha. Ambas cosas las había profetizado días antes con una seguridad pasmosa en varias entrevistas. Es digna de estudio la mentalidad de este fenómeno, la confianza que demuestra en su trabajo, cómo habla como si las cosas ya hubieran pasado, sin ningún atisbo de duda. En este mundo corrompido por los falsos chamanes de la humildad, en el que hay excedente de mediocres golpeándose el pecho y levantando el dedito, El Matador se erige como un faro que ilumina valores como el esfuerzo, la autoestima y la fe.
Háganme caso, que yo sé una mijita de esto, que dirían Los Enteraos del Selu. Que después de una noche en vela ya manejo con soltura términos como 'grappling', 'stricker' o 'sumisión'. Soy español, ¿a qué quieres que me aficione?
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