DE RABIA Y MIEL
Niñas nicoli
Perfuman de suavidad los aires deliciosos del verano, les gusta ir a comer piripis, y pasear por las calles oscuras de una Sevilla que se trabaja el misterio
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Iniciar sesiónLas niñas nicoli son las primeras en el escalafón de las pijas sevillanas. A las niñas nicoli les gusta ir cuando están empezando con sus parientos al Castillo de las Guardas y hacerse una foto dándole una zanahoria a un dromedario. Las niñas nicoli ... presumen de sus morenos de Vistahermosa por la terraza de Chile y piden Croft Twist, que es un caldito muy fancy que se ha puesto de moda y que les sirve para amortizar ese acento adquirido en intensivos del Británico y en los veranos en Irlanda.
Las niñas nicoli se han aficionado al running y a pilates, les ayuda a despejarse. Las niñas nicoli llevan una estampita de Effetá metida dentro de la funda de su iPhone, junto a una fotito de carné de cuando el golfo de su novio era algo más que un bebé. Las niñas nicoli están locas con el Açai, que es como un bowl con muchos colorines, también con el té matcha, que es como si la marihuana se bebiera, aunque lo único que coloca es el precio.
Las niñas nicoli tienen tatuajes microscópicos en la muñeca. Una estrellita, una olita, una inicial. Tuvieron un ataque de rebeldía hace un par de años, pero ahora agradecen que mamá las frenara y pusiera cordura. Igual que cuando les dio por querer hacerse un piercing en el ombligo o cuando se obsesionaron -repiten mucho la fórmula 'estoy obsesionada'- con agujerearse las orejas y colocarse el joyero entero en lo que va del lóbulo al hélix. Ahora les parece horrible, una catetada. Y se ríen orgullosas de haber pasado por esa etapa del pavo tan crazy. Las niñas nicoli estudian en Madrid, o tienen primas o amigas de la playa que son de Madrid. Y se escudriñan, y se retroalimentan parcialmente, porque las niñas nicoli no son cayetanas de la capi, aunque alguna aspire a ello.
Las niñas nicoli hablan con un tono de voz que oscila entre la dulzura y el reniego, entre la niñez y la maternidad. Dicen muchas veces 'en plan', y 'planazo', y alargan esa z en un letargo que acuna. A veces te miran con ternura, como observando un trasto que tienen que arreglar. Otras se ríen, colocan la cabeza sobre tu hombro y te hacen sentir importante. Y otras, ensayan miradas devastadoras que hacen que se transporten por el aire los 'no me enfado, pero me da coraje' o los rotundos 'tú verás'.
Las niñas nicoli van a las novilladas nocturnas con sus sandalias y las uñas recién pintadas, tras una tarde en el Labradores o en Pineda comentando la jugada con sus amigas. Para las niñas nicoli eres o 'mono', cuando les gustas, o 'pibón', cuando tendrían algo contigo, o 'buen niño', cuando te han metido en la friendzone. No les encantan los toros, pero le han cogido el puntito a la liturgia. Llevan en el bolso un abanico y lo mueven como se los han visto mover a sus abuelas. Las niñas nicoli perfuman de suavidad los aires deliciosos del verano, les gusta ir a comer piripis, y pasear por las calles oscuras y desiertas de una Sevilla que se trabaja el misterio. Las niñas nicoli se despiden como si les hicieran cosquillas a los secretos.
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