SEVILLA AL DÍA
Enamorado
Quién te dejó dónde estás, quién desafió a la belleza, quién redondeó la verdad y te entregó a nuestras certezas
Ciudad de los mil matices, que mudas la piel en cada vuelta a la manzana, que vistes distinta al torcer cualquier esquina, que eres princesa para un ejército de ranas. Ciudad de mis raíces, que mides el tiempo con campanas, que te haces la muerta ... cuando nos das la vida, que nos curas, que nos crías, que nos sanas. Ciudad que nos asiste, que nos colocas sobre tu peana, que tienes la cara de una virgen dolorida y las manos de un cristo que nos llama. Ciudad que existes para los ojos de los que te aman, para los oídos de los que te admiran, para las carteras de los que te profanan. Ciudad tan triste que lloras a carcajadas, que te ríes cuando expiras, que te sabe a tanto la nada, que compites en otras ligas.
Trozo de cielo adoquinado, carne de muralla y torreón, azul como un recuerdo de Machado, amarillo como la calicha del callejón. Tarde de río dorado, parque de palomas y sol, tiemblo cuando te tengo al lado y me derrites las manillas del reloj. Beso en la boca del abandonado, caricia en la punta del corazón, acierto en el haber del equivocado, embajada en la avenida de la ilusión. Templo predilecto del acomplejado, recreo de envidias y sinrazón, circo repleto de enanos, que se crecen a tu alrededor. Guarida de secretos amontonados, refugio de los ángeles de la pasión, castigo favorito del castigado que acude a poner la frente en tu rincón. Ay, mi tierra, eufemismo de lo sagrado, quién te llenó de color, quién te extirpó el pecado, quién superó lo mejor.
Quién te dejó dónde estás, quién desafió a la belleza, quién redondeó la verdad y te entregó a nuestras certezas. Quién osó a aspirar a más, quién cinceló tus rarezas, quién te dibujó el lunar que nos estalla la cabeza. Quién estuvo detrás de esta revolución de la simpleza, quién inundó de liviandad el reino de lo que pesa. Quién te dio lo que tu das, quién creó lo que no cesa, quién construyó este penal que nos encierra sin rejas. Quién soñó este lugar donde anidan hadas traviesas, quién domicilió a la felicidad en este portal de las promesas.
Cuéntanos, Sevilla, qué mariposa te ha picado, qué duende espolvoreó tu suelo, qué arquitecto aventado echó más esencia al caldero. Dinos, chiquilla, qué Cupido nos ha enflechado, qué sientes cuando te camelo, qué quieres de regalo, cómo rompemos el hielo. Aquí nos tienes, a tu estirpe de esclavos, yo te empresto mi pañuelo, yo te saco tus clavos, yo me entrego a tus deseos. Eres tú, novia de mis pecados, alas de mi vuelo, duquesa de lo arcano, la valentía de mis miedos. Libranos de lo malo, acógenos en tu bendito seno, que yo te juro mi amor, que volveremos otra vez enamorados otro catorce de febrero. Ya lo sabes, pero por si quedan dudas, te quiero.
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