Crisis en chino

El CEO de la Academia Latina de la Grabación le ha dado la razón a Sanz, o al menos la coartada, de que el Festival de Cine y los Grammys Latinos no se podían celebrar a la vez

Esta Sevilla excesiva rara vez se deja ver en las medianías. En su pulsión barroca, extrema, lo mismo se enorgullece por lo más nimio -si no existiera habría que inventarla-, que se desprecia a sí misma -hasta con eslóganes luctuosos, preconizando su muerte-. Los sevillanos ... tampoco solemos tener la virtud de rectificar, ni de reconocérselo a quien sí lo hace. No se trata de dualidad, sino de polarización. En fin, vengo a acordarme del verano de hace dos años cuando el Festival de Cine Europeo de Sevilla, ya con José Luis Sanz ocupando el mando en la Plaza Nueva, vivió una de las mayores crisis de sus 22 ediciones. Por entonces, se habló de suspender el certamen porque coincidía en fecha con otra cita histórica que iba a acoger la ciudad: la Semana Latin Grammy. En realidad no consistía en una eliminación, sino en un aplazamiento hasta la primavera siguiente que a todas luces desvirtuaba la propuesta. No ha sido este, en cualquier caso, el único envite que ha soportado el heredero de aquel Festival Internacional de Cine de Sevilla que en los 80 años trajo a la protagonista de Emmanuele y que justo antes de celebrar su primera edición tuvo un precedente cuanto menos extraño, el Festival de Sevilla de Cine y Deporte. Pero tenemos memoria para lo que interesa.

La consolidación a lo largo de estas dos décadas del SEFF, con nombres como Agnès Varda, Roberto Saviano, Carlos Saura, Colin Farrel y Kenneth Branagh, entre muchos otros, y la presión del sector cultural llevaron al recién aterrizado equipo de Sanz a frenar el impulso inicial y reducir la edición en días, sin giraldillos, pero a final de su mes, noviembre. Manuel Cristóbal cogió los mandos entonces y a partir de ahí ha tomado velocidad de crucero, recuperando el acto de la lectura de las nominaciones de los Premios del Cine Europeo, EFA, y engrosando la lista de figuras y reconocimientos con personalidades como David Putnam, Jeremy Irons, Costa-Gavras, Juliette Binoche y Alberto Rodríguez.

Esta misma semana, en una entrevista con el CEO de la Academia Latina de la Grabación que auspicia los Grammys Latinos que aquel noviembre salieron por primera vez en su historia de los EE UU para celebrarse en la capital hispalense, le daba la razón o, al menos la coartada, a Sanz del conato de posponer la cita cinéfila por incompatibilidad. Había escepticismo sobre la capacidad de la ciudad para organizar toda una semana de eventos con las estrellas de la música latina y una gala que sólo en el país norteamericano llegó a 12 millones de personas y que dejó un impacto económico y de promoción turística incontestable. Fue una gran prueba de fuego de la que Sevilla salió bien parada, al menos a ojos de la Academia, que dice repetiría casi todo si volviese. Fue suerte o buen trabajo, o una conjunción de las dos, pero el reto resultó un éxito y, además, se hizo bueno para el festival de cine el significado de crisis en chino: de un peligro surgió una oportunidad para crecer. Y se han aprovechado dos.

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