Sevilla al día
¡Mis ahorros!
Confío en que los miles de turistas que llegan a Sevilla en temporada alta se lleven una grata impresión pese a los cortes, las vallas, las bateas, las grúas y la tierra que levanta una obra
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Iniciar sesión¿Quién de los usuarios de redes sociales como Instagram o Facebook no ha visto el vídeo de un turista en un destino de turno, ya sea Roma en el año previo al Jubileo o el Machu Pichu envuelto en un cielo plúmbeo, con un ... audio de fondo en el que se llora desconsoladamente: «¡Mis ahorros!»? Gracia, gracia, no hace, aunque ese extracto pertenezca a un desfasado culebrón y el montaje, en la mayoría de los casos, resulte cómico. Pasó en mi tercera visita a la ciudad eterna en 2024 y aún así habría vuelto al día siguiente con los ojos y la cámara de fotos cerrados para saborear sus recovecos. Por eso confío en que los miles de turistas que llegan a Sevilla en su temporada alta se lleven una gratísima impresión pese a los cortes de tráfico, las vallas, las bateas, las grúas y la tierra que levanta una obra. Este año se ha confiado todo al rico patrimonio histórico y artístico y a la oferta cultural -el primero se recupera con ejemplos como San Hermenegildo o las Atarazanas- el segundo se amplía con el Festival de Ópera- para atraer a unos visitantes a una capital que ahora mismo es más caótica que cómoda. La verdad. Desde Kansas City hasta Triana. Ellos, los turistas que han aguantado 47 grados en julio, se podrán quejar, pero los que la habitamos debemos de estar agradecidos de que al fin se adecenten las calles y se creen infraestructuras. Cada panel que pone: atención, peatón, cruce a la acera de enfrente, es un paso más para la ampliación del Metrocentro. Donde hay una parada de Tussam suprimida brotará otra renovada. Si el taxi tiene que rodear el casco antiguo haciendo un eslálom para dejarnos en la Plaza del Duque, pronto podremos coger allí el tranvía para Santa Justa. Y si hay que soportar unos minutos más de atasco por la Macarena cada mañana, se descontará un día para que por allí circule el metro. Pensemos así y no lloraremos por la hucha destrozada sino que nos reconfortará comprobar que de una vez por todas se están aprovechando nuestros impuestos. No es ironía, mucho menos una cuestión ideológica, aunque cierto es que ha sido el gobierno de Sanz el que ha puesto a «Sevilla en marcha». Y podría imprimir más carga, pero de momento prima la mesura para no saturar a los vecinos de ruidos y polvo. Esta semana se abre la Cuesta del Rosario después de cuatro meses de obras para recuperar el adoquín de Gerena y dotar a la calle de la plataforma única. Devolver a nuestro viario su identidad también es otra causa para perdonar las mejoras, que dirían en Transportes. Se disculpan, faltaría más. No van a ser eternas. Sólo se pide que, al menos, al poco no se conviertan en una ruina.
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