La Esperanza y los límites de las extraordinarias
Está claro que hay que poner un tope ya, y ahí entra el Arzobispado, que debe marcar unas pautas inamovibles
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónLA Misión de la Esperanza de Triana es una acción extraordinaria. Querer llevar la fe a las zonas más deprimidas de Sevilla –y de España, desgraciadamente– sólo se puede alabar. Hacerlo, además, en un lugar al que tuvieron que emigrar muchos trianeros y, por ende, ... devotos de esta hermandad es un acierto mayúsculo. Todo deben ser buenas palabras y halagos para los que idearon y permitieron llevar a cabo esta idea. En el fondo es perfecta, el problema llega en la forma. Y lo peor es que no es la primera vez que sucede algo así ni, por supuesto, será la última como no se tomen medidas oportunas al respecto.
Insistimos en el mensaje: no se le puede poner un pero al hecho de llevar a la Esperanza de Triana a las Tres Mil Viviendas. Ni uno. Pero eso no puede suponer salir a la calle hasta en siete ocasiones. Ni cinco, ni cuatro, ni tres, como hemos visto que ya se ha convertido en costumbre sea la hermandad que sea y tenga el estatus que tenga. Porque las 'serias', como se autodefinen algunas, también buscan alargar sus efemérides. Sevilla ha demostrado haber perdido la medida hace tiempo en este aspecto. Las salidas extraordinarias se han multiplicado en los últimos años y ahora resulta casi imposible, y no es una exageración, no encontrarse con algún paso en la calle todos los fines de semana –y durante muchos días entre semana–. Es evidente que en muchas ocasiones está justificado, faltaría más en una ciudad como la nuestra, marcada por la fe y la cultura cofrade, pero del mismo modo está claro que a esto hay que ponerle un límite ya. O será demasiado tarde. Y ahí entra claramente el Arzobispado.
Si depende de las hermandades, todas van a pedir hasta la saciedad. El inconformismo sería la nota predominante. Más salidas, más días, mayores recorridos que hacer, más iglesias que visitar, más música que tocar. Ninguna va a querer ser menos que la de enfrente, todas van a querer 'superar' a sus predecesoras. Desgraciadamente, no se puede confiar en el criterio de la autorregulación. Debería ser lo suyo, pero sería como hacerse trampas al solitario. Por eso debe ser el máximo organismo al respecto, la institución que organiza y administra la vida de la Iglesia católica, la que ponga freno. La que se plante. La que marque unas pautas para todos. No sólo negando determinadas salidas extraordinarias, como ya ha tenido que hacer, sino delimitando la forma en las que se deben llevar a cabo las que sí obtenga permiso. Porque el fin no siempre justifica los medios. La fe no se puede convertir en un espectáculo. Ni las hermandades en una constante competición.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete