El caos infinito del estadio de la Cartuja
Que tiemblen los 60.000 béticos que irán desde agosto, tras lo visto en los conciertos de Lola Índigo y Manuel Carrasco
La historia no es nueva, pero no por ello debe dejar de denunciarse una situación que, además, va a ir a peor muy pronto. Resulta que hace unos meses, en previsión del traslado del Betis al estadio de la Cartuja debido a las obras en ... el Benito Villamarín, se anunciaron una serie de mejoras en los nefastos accesos de esta instalación que se construyó con el objetivo de acoger unos Juegos Olímpicos. Evidentemente, eso no ocurrió y, tras años de abandono, la Junta de Andalucía decidió llevar a cabo diferentes actuaciones para acoger diversos eventos deportivos que fueran más allá de los conciertos que sí se han ido celebrando sistemáticamente. La Cartuja, por ejemplo, se ha convertido en la sede oficial de la Copa del Rey de fútbol en los últimos años, en los que también ha acogido la Eurocopa, como ocurrió en 2021. El crecimiento en este aspecto ha sido una realidad, pero no ha ido acompañado de las mejoras necesarias en las infraestructuras de los alrededores, por más promesas que ha habido.
Así, el caos es infinito en el mal llamado 'estadio olímpico', da igual el evento que acoja. Evidentemente, va a más en función del número de asistentes. Y sólo hay que hacer balance de lo ocurrido en los dos últimos conciertos multitudinarios que han tenido lugar en este coliseo mitad de Santiponce, mitad de Sevilla, para lanzar un aviso, o más bien un SOS, a la afición del Betis: que tiemblen los 60.000 béticos que irán desde agosto, tras lo visto en las giras de Lola Índigo y Manuel Carrasco.
Dejando a un lado que pasear por la Cartuja es sinónimo de ir saltando losetas rotas y matorrales sin arreglar, lo verdaderamente preocupante es lo referente al tráfico. Los atascos son sistemáticos cada vez que hay un evento de calado, ya sea con una asistencia de 30.000 personas, como el sábado pasado en el concierto de Lola Índigo, o con las más de 70.000 que se dieron cita a mediados de mayo para ver a Manuel Carrasco. El que aquí escribe, que asistió a ambos, vivió en primera persona (más en el segundo que en el primero) la ratonera en la que se convierte esta zona, sobre todo a la hora de salir. Da igual que vayas en coche o que cojas los autobuses con los que se refuerzan estos eventos, la larga espera dentro de los vehículos está asegurada.
Así que haría bien el Ayuntamiento de Sevilla en ponerse las pilas para diseñar un plan de tráfico efectivo de cara a los partidos del Betis, ya que las obras de mejora ni están ni se les espera. Debe acertar de pleno porque, tras los verdiblancos, serán los de Nervión los que se muden para arreglar su estadio. Y tras los dos equipos sevillanos llegará el turno para el Mundial de fútbol en 2030. Ahí el ridículo ya puede ser mayúsculo.
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