EL PLACER ES MÍO
El lujo de la vida
La Feria es la holgura y el lujo de Sevilla. Y Sevilla, por su holgura, es el lujo y la felicidad de los sevillanos
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Iniciar sesiónEl hallazgo de la holgura como 'ethos' vital corresponde a Julián Marías, autor de magníficas terceras en este periódico. Se sorprendía el filósofo vallisoletano de la estricta contabilización del dinero que es común fuera de España. Y refería que, en Estados Unidos, incluso entre íntimos ... amigos, si uno le presta a otro una cantidad insignificante para cualquier cosa, lo habitual es la devolución exacta del importe. Una experiencia que le llevaba a concluir que la holgura no se relaciona con la capacidad económica, aunque ésta pueda facilitarla.
Para Marías, de hecho, la holgura es «una forma de vida total», que excede lo monetario, y se revela en mil detalles cotidianos de la vida, y, sobre todo, en el empleo del tiempo y en la dedicación a los amigos y las aficiones. Vivir holgadamente representa la actitud contraria a mirar el céntimo y el minuto. Es despreocupación por lo material y disposición a encontrar hueco para lo improductivo: las conversaciones, los intereses culturales y todas esas actividades, poco o nada lucrativas, que son la sal de los días. En definitiva, descontaminar la vida del corsé de la medición y el estricto pragmatismo.
Sevilla se puede definir de muchas maneras, pero acaso ninguna palabra la abarque y la resuma mejor que la holgura. Aquí, todavía hoy, es difícil ver a la gente haciendo cuentas exactas en los bares antes de pagar. Y los más clásicos, siguen pelándose por invitar, porque, de ganas de hacerlo, andan siempre sobrados, aunque no sea mucho lo que les sobre. Aquí, nadie le dice que no al amigo que llama para tomar una cerveza, porque sabe que a lo que llama, en realidad, es a pasar un rato juntos. Aquí, el tiempo se gana cuando se pierde, nada es más prioritario que lo desinteresado, ni nada más trascendente y eterno que lo efímero.
En Sevilla la holgura es filosofía de vida y sus dos fiestas mayores lo demuestran. Pero en vez de suscitar admiración, cada vez es más tópico denostar la entusiasta dedicación a ellas. «Si esas energías se volcaran en otras cosas…», lamenta el crítico hispalense, imbuido de superioridad moral. Y sin embargo, esa entrega ilusionada a lo innecesario es probablemente la mejor cualidad que tenga mi ciudad.
No vive con más desahogo el que más tiene, sino el que vive de forma menos estrecha. Y quien tiene la doble vida de una afición a la que se dedica por placer vive más feliz que aquel que vive sólo para trabajar. No está nada claro, por lo demás, que la devoción detraiga esfuerzos de la obligación. Ésa es una afirmación tan dudosa como que el trabajador más productivo sea el que carezca de vida privada. Mas, si fuera cierto, ¿merecería realmente renunciar a ella?
«La holgura es el verdadero lujo de la vida», dijo Marías. Mi amigo Paco Ortiz, empresario epicúreo, lo expresa así: el secreto de la felicidad es vivir a lo ancho. La Feria, como la Semana Santa, es la holgura y el lujo de Sevilla. Y Sevilla, por su holgura, es el lujo y la felicidad de los sevillanos.
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