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El placer es mío

Bendito apagón

Qué melodioso espectáculo el de las conversaciones que llegaban a través de las ventanas abiertas en la noche del apagón

Miguel Ángel Robles

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El lunes por la noche, durante el apagón, cenábamos en casa con una extraña sensación de bienestar que no sabíamos muy bien a qué atribuir. Apenas pasaban coches y teníamos las ventanas abiertas, pero el silencio no era ni mucho menos absoluto. Tenía más bien ... la forma de un agradable rumor que proporcionaba compañía. Y entonces mi mujer cayó en la cuenta. Lo que sucedía, aquello que le daba a la atmósfera esa rara placidez, es que llegaba el eco de las conversaciones de las viviendas de enfrente. A falta de otras distracciones, la gente… ¡se había puesto a hablar!

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