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SEVILLA AL DÍA

El credo en verde

En Galicia serían meigas lo que aquí llamamos Betis, cinco letras que atan el alma al borde de un desfiladero

Mario Daza

Mario Daza

Sevilla

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ESCRIBO hoy –si me lo permiten– con la tinta verde de mi sangre, tan verde como los sueños de la Palmera. Tuvo que ser en Florencia, ciudad museística en la que la piedra se hace arte en el corazón de la Toscana, donde quedara grabada ... para siempre la huella del honor en verdiblanco. Qué emoción, qué noche aquella, qué sufrimiento y cuánta alegría se desbordó como esa copa de rebujito que desparrama la alegría al caerle un hielo impertinente en el vaivén de la madrugada. Otra vez la épica elevada a la enésima potencia, la cuadratura del círculo de la imperfección, la grandeza de la razón en la inconsciencia y el abrazo colectivo al sinsentido de ese por qué al que no se le encuentra una respuesta. Pasó y todo por obra y gracia de ese duende que da la tierra. En Galicia serían las meigas lo que en Sevilla llamamos Betis. Cinco letras que atan el alma al borde de un desfiladero del que siempre nos salva el último suspiro para llevarnos hasta el paraíso –verde, siempre verde– de la memoria del viejo Villamarín.

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