La ministra y el trile de la bolita

La revindicación del desdoble se mantiene desde mucho antes de la liberalización del peaje, y está relacionada con la vertebración territorial y económica no solo de la comarca del Bajo Guadalquivir, sino de toda la provincia de Sevilla. Esta reivindicación no es una estratagema de desgaste político, ya que es apoyada por municipios con alcaldes de distintos partidos, además de empresarios y sindicatos. La reclamación se ha mantenido tanto contra gobiernos del PP como del PSOE.

Desde que el 1 de enero de 2020 se eliminara el peaje de la autopista, el problema se ha agravado por el manifiesto colapso de una infraestructura que llega a registrar valores de IMD (Intensidad Media Diaria) por encima de los 33.000 vehículos/día. Esta circunstancia ha permitido al Ministerio de Fomento desviar el disparo a la opción de un tercer carril que aliviará algo el tráfico pero postergará indefinidamente el desdoble que necesita la comarca para desarrollarse. Al final, el Gobierno aplica el mismo criterio que con la SE-40, apostando por una solución relativamente barata que permite estrictamente que los coches circulen, sin tener en cuenta otras consideraciones más a largo plazo.

Sevilla y Cádiz suman más de tres millones de habitantes, a lo que hay que agregar los más de dos millones de desplazamientos turísticos en verano. Su conexión por carretera supone la salida hacia la meseta del puerto de Algeciras, el de más tráfico de mercancías de España. Cansa repetirlo una vez más, pero el Ministerio hubiera ofrecido a buen seguro otra solución si esta situación se plantease en otros puntos de España donde las autovías florecen como setas. En realidad, el problema para el Ministerio no es de tráfico, sino de prioridades políticas.