puntadas sin hilo
¡Qúe escándalo, aquí se juega!
¿De verdad sus seguidores pensaban que la campaña de Alvise Pérez se financiaba con sus ahorrillos y aportaciones filantrópicas?
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Iniciar sesiónSe me antoja que la rasgadura colectiva de vestiduras tras destaparse los ingresos atípicos de Alvise Pérez es uno de los más solemnes ejercicios de hipocresía social de los últimos años. La estupefacción del personal con los tejemanejes del último outsider de la política española ... solo es comparable a la del capitán Renault cuando se ve obligado a cerrar el Casablanca por orden de los nazis. ¡Qué escándalo, he descubierto que aquí se juega!, decía el oficial en la célebre escena, mientras un camarero le entregaba los beneficios de sus apuestas. ¡Qué escándalo, he descubierto que aquí se roba!, dirán ahora los seguidores de Alvise en las últimas elecciones europeas mientras disimulan en el bolsillo el sobre con su voto. ¿Qué esperaban de un tipo que ha ido rebotado de partido en partido, saliendo siempre por la puerta de atrás? ¿De verdad sus seguidores pensaban que la finalidad del chiringuito político era derrumbar a los corruptos y regenerar la democracia europea? ¿Alguien creía que su campaña electoral se financiaba con los ahorrillos de Alvise y la generosidad de un puñado de filántropos? Resulta entrañable que aún quede una parte considerable de ciudadanos convencida de que hay tipos que crean un partido por mero altruismo, almas puras que actúan animadas por su compromiso con unos ideales. Desengáñense de una vez: la política es la lucha por el poder, nada más. Poder dentro del propio partido y poder en las instituciones públicas. Esta pugna es la que mueve el sistema, todo lo demás es coreografía al son de la música que mejor suene en cada momento.
El affaire Alvise pone sobre la mesa la financiación de los partidos, uno de los grandes tabúes de nuestro sistema democrático. La Ley de Financiación de Partidos Políticos de 2007 establece las vías de ingresos de las formaciones, tanto públicas como privadas. Subvenciones aparte, se contemplan las cuotas de los militantes –un ingreso escuálido–; donaciones en dinero o en especie; préstamos o créditos; herencias o legados e ingresos 'producto de las actividades propias del partido', un concepto ambiguo. La norma no establece mecanismos de fiscalización más allá de la revisión por el Tribunal de Cuentas de la contabilidad que proporcionan los propios partidos. A diferencia de Estados Unidos, en España no se conoce el origen de las aportaciones privadas a las formaciones. Se publicita al detalle cada operación financiera de los clubes de fútbol, pero nada se sabe del dinero que el PSOE, PP o cualquier otro partido deben a los bancos. Y perro no come carne de perro: los partidos se cruzan todo tipo de descalificaciones, pero nunca se han sacado trapos sucios financieros. Solo lo hacen con intrusos como Alvise, un listillo que quiso sentarse en la mesa de la política española sin estar invitado a la fiesta. Pues se acabó, como anunciaba premonitoriamente el nombre de su propia formación.
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