puntadas sin hilo
Desaparecido
Juan Espadas, 56 años, 1',78, vestía traje y corbata. Desaparecido desde que Sánchez anunció el cambio del delito de malversación
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Iniciar sesiónEn los últimos tiempos se ha puesto de moda en las redes sociales el famoso desaparecido, es decir, la alarma por el estado de alguna celebridad cuyo paradero presuntamente se desconoce. Cosas de internet y el 'clickbait'. La noticia se aliña convenientemente con datos sobre ... los problemas que estaba atravesando el famoso o famosa en cuestión para aumentar la incertidumbre y disparar las conjeturas. En las últimas semanas ha ocurrido con la cantante Amaya Montero y con el actor Juan José Ballesta, y vaya usted a saber si el próximo elegido no será Juan Espadas, en un inesperado giro en esta estrategia de explotación del morbo. Hace tanto tiempo que el secretario general del PSOE andaluz no comparece ante los periodistas que no descarten que la Guardia Civil termine distribuyendo una foto suya para pedir ayuda a la población: «Juan Espadas, caucásico, 56 años, 1,78 de altura, vestía traje y corbata. Desaparecido desde que Pedro Sánchez anunció que iba a modificar el código penal para rebajar los delitos de sedición y malversación».
Espadas ha desaparecido de la escena pública para evitar referirse ante las cámaras a las últimas concesiones de Sánchez a sus socios separatistas. Ayer el PSOE andaluz se pronunció al respecto, pero sin que el secretario general hiciese acto de presencia: tras reclamar reiteradamente ABC su postura sobre el cambio del delito de malversación, la dirección del partido envió dos escuetas líneas respaldando la acción del Gobierno. Frente al inconformismo de otros dirigentes autonómicos, Espadas sigue sumiso el sendero que señala Sánchez, y lo hace además a escondidas.
La tibieza de Espadas no solo representa su docilidad orgánica, sino también la pérdida de influencia del PSOE andaluz, reducido a una mera sucursal de la dirección federal. Lejos quedan ya los tiempos en los que los socialistas andaluces sacaban músculo en los congresos y marcaban el rumbo político del partido. Hace no demasiados años ningún secretario general socialista se hubiera atrevido a poner en marcha una medida relevante sin conocer la opinión de la dirección andaluza. No es necesario ser politólogo para saber que esa función la asume ahora Podemos, ERC y Bildu.
La pérdida de influencia del PSOE andaluz es mala para Andalucía. Para todos, porque la insignificancia política se traduce en desprecio inversor. Por mucho que la ministra Morant 'venda' que la Agencia Espacial Española será más rentable que la Expo 92, lo cierto es que Andalucía y Sevilla hace tiempo que dejaron de ser una prioridad en la acción de gobierno socialista. No es de extrañar, porque el Gobierno sabe que desde más abajo de Despeñaperros no habrá nadie que levante un teléfono para reivindicar los intereses andaluces.
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