TAL VEZ FELICES
Presumir de bodas
Última tendencia esnob: se plantea como algo negativo eso de lo que se quiere alardear, en este caso, una intensa vida social
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Iniciar sesiónDe los creadores de «Estoy hasta arriba de trabajo» con una sonrisa contenida en lo que se desajusta la corbata llega «Bua, cuántas bodas tengo este año, cómo lo voy a hacer». El fenómeno es el mismo: se plantea un hecho del que se quiere ... presumir como algo negativo, pero lo que esconde el comentario es un alarde, en este caso, de intensa vida social. Qué de bodas, eh. ¿A cuántas vas tú? Lo mío es mucho peor: yo a doce. Doce, eh. Qué horror. Viven, por así decirlo, dentro de una canción de Sabina: «Que todas las noches sean noche de boda», pero ajena. La acotación que da en el negro centro de la diana, no obstante, la hace una madre a su hijo, quien tiene un montón de cruces en el calendario más próximo: «No te quejes, que ya empezaréis con los entierros».
La primavera trae consigo lo que avanza: adolescentes que empiezan a salir de fiesta y jóvenes que se estrenan en las uniones maritales, por eso todos los chascarrillos al respecto son nuevos para ambas generaciones. Los de dieciocho presumen de llegar tarde a casa como una evidencia de divertimento mientras los de veintiocho cuentan airosos el dinero que tendrán que gastar en regalos los próximos años por tener ciento setenta amigos íntimos dispuestos a enlazarse hasta que la muerte los separe. Mientras tanto, redes como Instagram se han convertido en las páginas del corazón local para enterarse un poco de lo que se cuece. Y no me refiero a quienes se casan, sino a los amigos de los que se casan, que son los repentinos portavoces que ilusionados anuncian la buena nueva compartiendo la foto de los novios con el anillo ya en el dedo.
Cambian los tiempos. Las costumbres. Si en 2010 pregonar la tiesura propia era una tendencia al alza a la estela de la crisis del 2008, hoy la cultura esnob busca otros derroteros para darse altura. Comprar la que será la última revolución tecnológica está bien, pero proclamar la desazón por la cantidad de casamientos a los que uno habrá de asistir es mucho más elevado, pues está al alcance de unos pocos que son menos todavía.
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