tratos y contratos
Sánchez Ortega, cuando el tiempo es la condena
Diez años después parece casi irrelevante si ha sido culpable o inocente, ya ha cumplido su pena
Recientemente asistí a las sesiones de un juicio que versa sobre una decisión administrativa sucedida hace una década. Uno de los principales testigos no recordaba una parte sustantiva de los hechos que él mismo había investigado, por la sencilla razón de que ya estaba jubilado ... y había pasado mucho de todo aquello. Para valorar algunos de los acontecimientos se debía realizar previamente un auténtico ejercicio de reconstrucción histórica, tratando de enmarcar las decisiones en su adecuada coyuntura. La realidad había seguido su curso, desmintiendo por sí sola una parte de las acusaciones… Pero los años no transcurrieron en balde para quienes se sentaban en el banquillo que, al margen del veredicto final, ya han sufrido la pena de vivir más de diez años bajo la sombra de la sospecha.
El tiempo es la condena común que sufren todos los acusados. Ayer se mostró este contraste lacerante entre el ritmo al que sucede la vida real frente al lento purgatorio judicial en el que quedan atrapadas las almas del pasado. Por un lado, el nuevo presidente y máximo accionista de la antigua Abengoa (Cox) felicitaba en sus redes sociales a todos los que han participado en el gran hito de la compañía sevillana: la compra por casi 4.000 millones de euros de todo el negocio de Iberdrola en México, cambiando definitivamente la fotografía de la empresa y sus perspectivas de futuro. La operación llega casi un año después de la salida a Bolsa y de la previa reestructuración total de la multinacional.
De manera casi simultánea, Manuel Sánchez Ortega, consejero delegado de la vieja Abengoa —que dejó el cargo voluntariamente en 2014 (¡hace once años!)— comunicaba que en esta semana había resultado finalmente inocente de todas las acusaciones que pesaban contra él de los tiempos del hundimiento de la multinacional (como administración desleal, tráfico de información privilegiada, estafa o enriquecimiento ilícito). «Para llegar a esta situación han hecho falta tres procesos penales en la Audiencia Nacional, uno en la de Sevilla y otro en la Corte Civil de Nueva York, en los que la parte acusatoria ha sido siempre la misma». Una larga etapa con más de 40 personas investigadas, 400.000 folios de actuaciones judiciales, 30.000 e-mails incautados por la UCO, decenas de artículos en prensa despiadados…».
Una década después de los hechos investigados, y con la empresa afectada en cuestión viviendo ya una etapa radicalmente distinta, rotos los lazos con su proceloso pasado, ¿habría cambiado algo cualquier otra decisión judicial? El transcurso de los acontecimientos impone su ley, mientras la justicia alimenta vastos e intrincados universos que viven al margen del paso de los días. A estas alturas parece ya casi irrelevante que Sánchez Ortega sea penalmente culpable o inocente (salvo para él mismo y su entorno), porque lo único real es que ya ha cumplido íntegra su particular condena.
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