Patriotismo solar

¿Hay motivos para abortar este crecimiento? No, según acreditados expertos. Pongamos dos ejemplos. 1) El economista Nemesio Fernández-Cuesta, exsecretario de Estado de Energía, apuntaba en la ‘Tercera de ABC’ que un país sin recursos fósiles debe basar su sistema en fuentes autóctonas como la solar y la eólica, «que todavía tienen margen de crecimiento», si bien debe ser complementada por energía hidráulica y nuclear, y finalmente por gas y carbón. Y por supuesto, impulsar el almacenamiento eléctrico (baterías e hidráulica de bombeo). Puro sentido común.

2) El sevillano Antonio Gómez Expósito, catedrático en Ingeniería Eléctrica y exconsejero de Red Eléctrica, ha explicado en un artículo en la Real Academia de Ciencias de Sevilla que la red soportó más renovables y menos nuclear que en el día del apagón en otros momentos del año. «Sistemas como el de Australia del Sur, menos interconectado y robusto que el español, convive rutinariamente con penetraciones de hasta el 100% de renovables». Y además «en España las renovables ya contribuyen, dentro de sus posibilidades técnicas, a regular frecuencia y tensión, compensando la casi ausencia de inercia mecánica [señalada como culpable del apagón] con una elevada capacidad de respuesta». Si las plantas renovables están dotadas de almacenamiento «pueden emular el funcionamiento de una máquina síncrona».

Las causas últimas del incidente aún no se han desvelado, pero queda claro que se requieren más inversiones en la red eléctrica para mejorar las condiciones técnicas de la transición energética. En este contexto, la postura de Jorge Paradela, consejero de Industria, Energía y Minas, es impecable: no demonizar las renovables; exigir el desarrollo normativo pendiente para que se desarrolle el almacenamiento eléctrico; y reclamar las inversiones en redes que necesita Andalucía para que el cambio de modelo sea una palanca real para atraer industria. En la tierra del sol, y sin dogmatismos ideológicos, se trata de ejercer un razonado patriotismo energético.