tratos y contratos
¿Quién montará los cacharritos en el futuro?
El gran problema ya no es el paro, sino el contrario. En numerosos sectores no encuentran los trabajadores adecuados
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Iniciar sesiónEL paro ha dejado de ser una lacra social en Andalucía. Lo dicen las estadísticas, con un récord histórico de cotizantes (3,5 millones) y una tasa de desempleo que bajará del 15 %, regresando ya a niveles parecidos a los de 2007. Más allá de ... las cifras, se detecta también en las conversaciones entre empresarios de casi cualquier sector económico que el problema empieza a ser el inverso. Los constructores se quejan de que es casi imposible reemplazar a los jefes de obra que se jubilan, y que la mayoría de la plantilla está por encima de los 50 años. «A los jóvenes no les gusta el trabajo en la obra, prefieren una fábrica». Entonces conversas con directivos de la industria y se lamentan de que no encuentran operarios de planta, ni mecánicos, ni soldadores, porque «históricamente a los jóvenes no se les ha dotado de una formación profesional adecuada, así que optan por la hostelería». Y escuchas después a quienes regentan restaurantes, que aseguran que es complicadísimo encontrar personal y luchar contra el absentismo «porque a los jóvenes no les gusta sacrificar el tiempo de ocio ni la conciliación con la vida familiar, y en un bar los horarios son como son». En la agricultura, directamente, nadie realiza ninguna nueva inversión si el cultivo no es altamente mecanizable, porque no hay cuadrillas suficientes. Al final los expertos en el mercado laboral apuntillan además que «escasean los jóvenes en general, porque se jubila la generación del 'baby boom' y la baja natalidad de las últimas décadas no asegura el adecuado relevo».
En tal tesitura me han hablado esta feria de las tribulaciones de los empresarios de los cacharritos de la calle del Infierno. Son gente discreta, no les gusta el ruido (el mediático, se entiende; no son de hacer declaraciones altisonantes en prensa). Pero andan también bastante preocupados con su futuro, pues al parecer los montadores que se retiran no tienen sucesor. Como en la obra, el feriante tiene un trabajo itinerante; como en la fábrica, se requieren habilidades mecánicas muy diversas; como en la hostelería, los horarios son intempestivos... y no surgen nuevas vocaciones dispuestas a ir de feria en feria. Este colectivo empresarial está ideando fórmulas para sobrevivir en el futuro, y piensan en formatos que les permitan mantenerse más tiempo en un espacio concreto, limitando así la itinerancia (que en los tiempos venideros no estará garantizada). Así que no hay personal para construir los edificios del futuro, ni para las nuevas industrias, ni para los planes de expansión de los hosteleros, ni para recoger las cosechas… y de manera singularmente acentuada, tampoco para montar los cacharritos de la calle del Infierno.
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