Tratos y contratos
El estadio que estuvo condenado a muerte
La Cartuja vive una reinvención impensable no hace tanto que tendrá su apogeo final en 2030
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Iniciar sesiónEs la historia de una resurrección, de un rápido giro de guión, de una tragedia evitada en el momento inesperado. No hace tanto, el Estadio de la Cartuja –desarrollado por los arquitectos Cruz y Ortiz y la empresa Ayesa– parecía condenado a morir tras incumplir ... sus objetivos. Más allá del Mundial de Atletismo, no había servido para impulsar una candidatura sevillana para los Juegos Olímpicos. Desde su inicio se diseñó para adaptarlo después a la casi exclusiva celebración de partidos de fútbol, eliminando la pista de atletismo y ampliando el graderío, con el sueño de acoger en un solo estadio compartido a los dos equipos de la ciudad… pero aquello tampoco se produjo. Las expectativas frustradas, unidas al progresivo abandono y la dejadez en la gestión, llevaron a que fuera clausurado en 2018 (se alegó entonces como excusa el deterioro de las cubiertas). El estadio era una mole enferma y abandonada, sin diagnóstico ni propuestas de solución. Su gerente en aquel tiempo, un afiliado de la agrupación socialista de Triana con el gran mérito de ser un estrecho amigo de Susana Díaz, no tenía excesiva ilusión por solventar aquel auténtico marrón, y dedicaba preferentemente su tiempo a maniobrar en los líos internos del partido.
El cambio en la Junta fue un punto de inflexión. El consejero-deportista Javier Imbroda, que en paz descanse, se enamoró a primera vista aquel imponente estadio y lideró la reacción para evitar la muerte de un activo único en el sur de España (con el apoyo de la Consejería de Hacienda). La atracción de partidos de la Eurocopa de 2021 y las sucesivas finales de la Copa del Rey sirvieron para demostrar el potencial de esta infraestructura (que actualmente acoge más de treinta eventos culturales o deportivos al año). Pero la verdadera clave de la resurrección de la Cartuja se ha experimentado en este 2025. Otra vez de la mano de los arquitectos Cruz y Ortiz, y con la ejecución en tiempo récord de la constructora Heliopol, el estadio ha vivido la transformación para la que estuvo concebida desde el inicio, con el nuevo anillo de gradas y la reforma estructural de todo el equipamiento. Con un aforo de más de 70.000 personas, es el tercero de España tras el Bernabéu y el Camp Nou (y empatado con el Metropolitano). Las temporadas que estará allí el Real Betis, unidas a las que también necesitará el Sevilla FC en el futuro cercano, tendrán su desenlace final en 2030 con la celebración del Mundial. En los próximos cinco años el estadio que estuvo clausurado 'sine die' habrá resucitado para el gran propósito para el que fue diseñado. Los problemas de acceso y movilidad se irán puliendo a lo largo de los meses, hasta que quede bien afinado todo el espacio.
La mole de la Cartuja tiene un lustro de apogeo por delante para integrarse más en Sevilla y reinventar su futuro cuando pase el Mundial y los dos equipos de la ciudad estén de nuevo ubicados en sus respectivos estadios.
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