Sol y Sombra

Concejales de Cuenca

Chiquito de la Calzada dio con la palabra exacta para definir la reunión que la ONU organizó en Sevilla: un mojón

Chiquito de la Calzada, intelectual finisecular que revolucionó la lingüística con luminosas acuñaciones —fistro, jarl, gromenauer…— y la filosofía con sus tautologías —una enana es una mujer muy chiquitita—, fue por encima de todo un eminente politólogo que explicó con un breve diálogo, en su ... parábola del conductor borracho, el andamiaje administrativo de la Constitución de 1978: «¿No sabe usted que un concejal de Cuenca aquí en Madrid es un mojón?», preguntó el policía. «Pues igual que en Cuenca», contestó el edil beodo en un rapto de lucidez. Así, el monarca suazilandés que nos ha entretenido durante la inane tenida que la ONU ha celebrado esta semana en Fibes: lo sacas de su palacio de Mbabane para llevarlo a la avenida Luis Uruñuela y se convierte en…

Mswati III es un personaje estrafalario que saltó a las portadas de todo el mundo en 2018, cuando se regaló por su quincuagésimo cumpleaños un cambio de nombre para el país que gobierna como monarca absoluto desde la adolescencia, pues lo entronizaron en 1986. Le molestaba la paronomasia en inglés entre Suazilandia (Swaziland) y Suiza (Switzerland), así que rebautizó su reino como Esuatini. Con un par. Los caprichos de diva transnochada durante su estancia en Sevilla han sido relatados profusamente por los cronistas, y menos mal que Su Majestad nos hizo la gracia de venir —acompañado, polígamo como es, por su novena esposa— para poner una nota de color a esta llamada cumbre, nótese la desmesura en la denominación de un evento que apenas fue una cuesta, todo lo más un cerrito.

Esta IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo de Naciones Unidas, en honor a la justicia y homenajeando a Chiquito, habría pasado a la historia como I Congreso Mundial de Concejales de Cuenca de no haberse asomado Emmanuel Macron, a quien hubo que sujetar a lazo para que consintiera retratarse junto a Pedro Sánchez, porque su fugaz visita —ni siquiera pernoctó en Sevilla— tenía como propósito abroncar en persona a Gustavo Petro, que intenta alinear a Colombia con el Eje del Mal. Sin delegación estadounidense y con representaciones alemana o británica de tercer nivel, el presidente francés se alargó un momento para agarrar (diplomáticamente) por las solapas, en nombre de los sheriffs del planeta, al antiguo terrorista de las FARC. Cuenta un testigo presencial que el rapapolvo se escuchó en la bogotana Casa de Nariño y que nuestro ministro Kim Jong Albares, siempre al servicio del Grupo de Puebla, quería que se lo tragase la tierra.

La palabra de la semana, en Sevilla Este, ha sido «multilateralismo». O sea, la ficción de sentar en la mesa de las decisiones al gobernador de la Reserva Federal USA con el propio que Mswati coloque para llevarle las coimas, y pretender que las opiniones de ambos tengan idéntico peso. Pasó la cumbre y, como enseña el estrambote cervantino, fuese y no hubo nada (molestias a los vecinos aparte). Pero sangran los ojos al contemplar a Pedro Sánchez erigirse en el líder de los «países no alineados», como Gadafi en su día.

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