No NI Ná
Turismo cofrade
El balcón ya no es lugar desde el que invitar a la familia y los amigos sino un magnífico negocio de unos días
Ahora que estamos metidos en la harina de todos los costales vamos a echarle levadura al debate de la doble alma del turismo en Sevilla, santificado y denostado al mismo tiempo como corresponde a un sector fundamental para la socioeconomía sevillana. Esta dualidad perversa se ... ha puesto de manifiesto en las declaraciones que hizo el presidente del Consejo de Cofradías, Francisco Vélez, cuando dijo que la Semana Santa de Sevilla no necesita del turismo. La cita, luego secundada por el alcalde, es una obviedad, pero mal interpretada genera polémica porque se ha entendido como otra paletada de carbón a la caldera de la turismofobia y enardece al público local (¿localista?) que busca encontrar culpables a la masificación que desvirtúa la celebración.
La Semana Santa de Sevilla no necesita del turismo, es lógico. Pero no puede obviarse que es un foco de atracción turística. De ahí a culpar al turismo de todos los males que acucian a la Semana Santa va un trecho muy trocho. Otra cosa es que con intención, Vélez haya querido llamar la atención sobre el impacto que puede tener la utilización de Semana Santa entendida como producto turístico. Y eso sí que puede tener consecuencias más preocupantes.
Sevilla es una ciudad hospitalaria y sobre su Semana Santa pivota su esencia. Sevilla la ofrece al espectador pero se previene del invasor. Y ahí es donde tiene la carga de profundidad la declaración: preocupa la distorsión y hay síntomas para ponernos en guardia. Esta semana llegan cuatro cruceros a Sevilla. El turismo de cruceros no estaba asentado en Sevilla, la acumulación de llegadas en Semana Santa es sintomática. Las empresas turísticas ya no se conforman con ofrecer una oferta contemplativa sino que procuran dar al cliente una 'experiencia inmersiva'. Ya están proliferando ofertas de tours de lujo –sobre todo por el precio–, que ofrecen ver con guía entre 3 y 7 cofradías a pie, con experiencia inmersa en la bulla sevillana. Sabemos del tráfico de sillas y palcos de hoteles que precisan de este aliente para sus clientes VIP. El balcón ya no es lugar desde el que invitar a la familia y los amigos sino un magnífico negocio de unos días...
¿Cómo va a cambiar esto la celebración? No lo sabemos, posiblemente el tiempo redondeará las aristas. Aunque no es malo estar en guardia, porque ofrecer una hamburguesa con olor a incienso y sabor a torrija puede ser una ocurrencia para activar un negocio en las redes sociales; como lo es, con dudoso acierto, utilizar un nazareno amarillo para una campaña publicitaria. Pero que una señora se vista de flamenca, con traje negro y mantoncillo y moño de flores verdes, para pasear el Domingo de Ramos con otras personas al mediodía por la calle Trajano, empieza a ser síntoma del riesgo a una total confusión. El gazpacho es muy bueno pero, según le eches, se puede hacer muy indigesto.
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