No ni ná
Un negocio en la Cartuja
No queremos otra Gavidia, otro costoso problema enquistado
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Iniciar sesiónNo vamos a insistir en lo obvio. El estado del entorno de la Cartuja es indigno, producto de la desatención de todas las administraciones y de la incapacidad económica para sostener desde lo público este espacio privilegiado de la ciudad. A la vista está, prácticamente ... todo lo que funciona en 'la isla' es privado, poco se salva más allá del Teatro Central, el CAR y el estadio. Pero todo eso, con el parque tecnológico y el de ocio están inmersos en un entorno degradado de espacios públicos que paradójicamente se proyectaron hace tres décadas como emblema de modernidad. Ahora urge una movilización de las administraciones y del sentido crítico de la ciudad –si eso existe–, para generar un debate sobre qué debe ser la Cartuja en el futuro.
Tan cierto es que lo público no es capaz de sostener la conservación de este espacio y darle un próspero uso ciudadano como que el encaje urbanístico de este trozo de ciudad, delimitado por el río y la valla de la tecnópolis, no está resuelto. Sabido es que mientras el Ayuntamiento proyecta una reurbanización de los viales y espacios de su competencia y busca un inquilino para la gestión del auditorio, la Junta de Andalucía proyecta la venta del canal de la Expo, solicitando al Ayuntamiento un cambio de uso urbanístico, tras varias subastas fallidas que han demostrado que la oferta pública en las actuales condiciones resulta poco atractiva para los inversores. Para mejorarla pide que el Ayuntamiento modifique los usos que otorga el PGOU por otros más lucrativos. Frente a la operación ya se alzan voces de nostálgicos, amigos del jaramago, y de la izquierda más inmovilista, que abomina de lo privado. La misma que hizo nada en la zona y objeta contra lo que puedan hacer otros.
No queremos otra Gavidia en la Cartuja, otro costoso problema enquistado durante décadas. Mejor será ser muy exigentes con quienes están dispuestos a transformar esta zona para que la solución asegure la recuperación de este espacio como lo que es, una pieza urbanística privilegiada. Y para ello, el Ayuntamiento y Junta deberían elevar su ambición y asegurar que el cambio de uso consigue solucionar la permeabilidad con el casco histórico, dar buen uso público a espacios como los jardines del Guadalquivir, ayudar a convertir el auditorio en un espacio cultural de primer orden y hacer de todo ello un ejemplo de simbiosis público privada. Vendan, concedan, otorguen, cedan... pero que sea trascendente para la ciudad. El cambio de uso debe incluir contrapartidas, como la construcción de esa pasarela pendiente sobre el río, por poner un ejemplo, porque beneficiará expresamente a los futuros negocios de la zona. Se debe aspirar a algo verdaderamente práctico y elevado para asegurar que lo que se proyecte cohesiona, funciona, pervive y supone un salto cualitativo, porque es una (segunda) gran oportunidad. Para entendernos, Cartuja no puede ser otro negocio a costa de Sevilla, sino un buen negocio para la ciudad. Y para eso hay que pensar a lo grande.
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