No ni Ná

Ciudad de eventos

Hay mucho que podar en este bosque que no deja ver la luz del disfrute de una Sevilla sin agenda

Sevilla necesita un protocolo de eventos. Si lo hubiera, algo que desconozco, el Ayuntamiento debería actualizarlo con la parte superior del lapicero, hasta gastar la goma de borrar. Y no encuentro mejor momento que este tiempo de Adviento, tan propicio en lo de celebraciones, para ... mandar a tomar viento a tantos 'eventos' sevillanos que se tienen como tales y no lo son si nos atenemos a su definición en el Diccionario de la Lengua Española: «Suceso importante y programado, de índole social, académica, artística o deportiva». La clave, se habrán dado cuenta, está en la palabra «importante».

La Policía local, que en asuntos de protesta laboral suele estar empeñada en perder la razón ética y estética, la tiene y bien cuando advierte que el exceso de horas extraordinarias que realiza, por el déficit crónico de la plantilla, parte de la saturación de eventos de medio pelo y peluca de Pichardo que requieren cobertura policial. Aquí endiñamos a la policía local la cobertura de heraldos de comunidades, de carteros reales de hermandades y archicofradías y ordenamos un despliegue propio de la VI Flota para esas cabalgatas que se reproducen como gremlins en Guadalpark, y que sus organizadores defienden con ardor secesionista del Ateneo cual Puigdemont de barriada.

Y están esas procesiones de patio de colegio que piden dar una vuelta por el barrio con sus niños penitentes, soñando carreras oficiales en 2060; como esas procesiones 'piratas' con bandera banda y música, sobre todo música, que levantan pasiones amparadas por los distritos, cuyo delegado tiene reservada vara en la presidencia. Hay policía custodiando bandas de los bandos del Corpus, en vez de vigilando a las otras 'bandas'. Y hasta hacen de 'seguratas premium' de las exposiciones de la Casa Consistorial. Añadan a todo eso las manifestaciones en las que el número de policías supera al de los manifestantes; esas protestas de cuatro gatos con batucada que, no obstante, imponen su 'derecho' a cortar una avenida por encima del de libre movilidad de los ciudadanos, a los que joroban con sus reivindicaciones de tres por cuatro... Y las interminables carreras populares con sus pobres rezagados.

Hay mucho que podar en este bosque que no deja ver la luz del disfrute de una Sevilla sin agenda, sin la hiperbólica contaminación de eventos de chichinabo impropios de su categoría capitalina. Sobre todo porque ya de por sí estamos saturados de grandes citas extraordinarias multitudinarias. Esas que surgen como idea en una cena que se alarga, cuando los comensales emulan a los canónicos que proyectaron la Catedral: «Vamos a hacer un…». Y te plantan una magna procesión el mismo día de la final de Copa, en la pre Feria, coincidiendo con un congreso internacional de Medicina China, la maratón, la Cumbre de la OTAN, un concierto de Beyoncé y la visita del Papa.

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